Quizás en los momentos más tristes que está pasando nuestro amigo el poeta César Toro Montalvo por el fallecimiento de su madre, que desde estas páginas nos solidarizamos en su dolor, queremos rendirle un homenaje publicando algunos textos suyos.
Mabú
Mabú fue un niño con sus tirabuzones traviesos. Tenía un rondín que hacía dormir a los gorriones. En Marbella lo encuentras coleccionando huevitos de codorniz. Cada mañana los niños lo alcanzaban a la volada. Medio dormido era un pájaro de niebla que en cada ventana depositaba sus terrones de azúcar. Como tú sabes, Mabú sabe a canela y a mezquita de Arabia. No era mago pero en la pizarra inventaba conejos, peces, palacios y príncipes gitanos. si iba a la escuela firmaba autógrafos sobre El Libro del Tío Gorrión. Dicen que Mabú volvería en su alfombra voladora solamente para soñar con los niños. Sabes, le agrada la torta de cumpleaños, los turbantes y los zapatos de punta.
Nena
Hermanita
te pido que cubras mi rostro
con tus panes que has derramado llamándome
porque te acercas cuando te cuento mi paz
cuando sabes que boto la basura
con mis manos que nunca las lavaré.
Por eso
a la arena hay que saberla moler muy a menudo
así como si la inocencia
fuera la paloma de la familia.
El osito y la manzana
Porque me fui al río
y soñé con el cielo
yo fui
esa fruta de algodón
colgada en el manzano.
Porque volé al cielo
yo fui
ese osito de cuerda
que bailaba
con estos zapatos azules
cosidos con hebras de luna.
Matrimonio de la dulce maru y su hermoso okobín cuidador de odres
cuando cruzo maru oh tu ciudad riquimada en mil manzanas
me enredo en tu barrio de la esquina
me pongo a silbarte
la balada del cheyenne montado en un carnero negro
me encuentro maru con que estás
colgada encima de los nísperos contemplando a okobín
volabas graznando con tu taza de begonias
en la mano y te veía parada en el establo
subida al techo
con tu listón mostrando las uvas de fragoroso terciopelo
y saltabas luego
por encima de tu catedral de agujas y florerones
y se enredaba tu vestido
encima de mi mano (vestido hecho con enredo de agujeros)
y te traía a mi mesa acompañando a mi madre
y te llevaba a mirar las batallas perdidas de mi hermano
y te seguía corriendo hasta el sena
tocando los tambores con las gotas de nylon que caían
de tus labios y te traje en mi caballo alakur
con tu cuerpo de colores hacia lima
ay dios te dije
y okobín se peinaba y te borraba las primeras pecas de amaranto
ay dios te dije
y okobín te peinaba las manos y te traía a new york
en una tarde de carnaval cubriendo tu rostro de bolas y boroboles
ay te dije
y okobín rompía el último milagro de tu boca a su pecho
casándote por cuidarte los odres montado en un carnero negro.
El caballito de mar
A Arturo Corcuera
Al caballito de mar se le conoce como el unicornio que deja besos y coronas de humo por donde transcurre. Menudo angelote, y de escape instantáneo: vuela, trota, se desliza rápidamente, y hasta se maromea como un equilibrista marino. Su lomo con arboladas estrías de oro dirigen con precisión su tránsito ecuestre. Va de tambo en tambo recitando su libro de poemas acabados de aprender. El caballito de mar es todo un personaje con alas y sin ellas. Es el caballo alado que posee luz propia. Todo su cuerpo está separado por escalinatas simétricamente dispuestas hacia su cola terminada en semicírculo. Las estrellas marinas lo asedian para hacerle la corte. Se siente rey navegante que acaso suspira por aquella que lo dejó. Los veleros lo prefieren y lo buscan por donde esté, porque él es el único que les puede enseñar el arte de navegar. Sobre algunos parques marinos, el caballito de mar suele ser el soñador preferido. Si se desliza con vivacidad deja escarcha entre las algas, los gramalotes y los musgos de clorofila brillante. La sirena lo busca con seleccionado cariño para que lo lleve de paseo. Es a la única que le aguarda ese honor. Ambos cabalgan montañas, pendientes, hondonadas, valles y sembríos marinos. El caballito de mar es el trovador galopante que se afana por obtener el único trofeo de diamantes donado por el dios Neptuno. No existe frontera marina que no lo reconozca por el reflejo de sus antenas menudas. Pero no por eso es fácil encontrarlo así porque sí. Para muchos parece un caracol de goma, un perrito faldero, un gato engreído, un ruiseñor de trinos acuáticos, o un arlequín suspirante. El caballito de mar me mira como un marinero recién inventado. Seguramente tengo la apariencia de cabalgador. Con rapidez me saluda pensando que soy el único jinete que lo llevará a sabe Dios por qué playas y mares.
César Toro Montalvo y Johnny Barbieri en el Malecón de La Habana - Cuba
César Toro Montalvo nació en Lambayeque, Perú, en 1947. Ha seguido estudios superiores en las universidades Inca Garcilaso de la Vega, Mayor de San Marcos y Pontificia Universidad Católica del Perú. Fue fundador del Movimiento Poetas Mágicos del Perú.
Obra: Mágicas y mabú el Meleno de la guitarra (1970), Las crías de los huevos de mármol (1972), Especímenes (1977), Torres y Praderas de Machu Picchu (1980) y Arte de Soñar (1983). Ha sido incluido en importantes antologías de la poesía peruana.
3 comentarios:
Interesante muestra de uno de los pocos poetas peruanos que ha hecho de la poesía un universo paralelo y personal de sus delirios.
Saludos...
Su poesía está lleno de personajes de ensoñación, tiene especial capacidad mágica de crear personajes imaginarios que pasean dentro de un mondo real y mágico.
Saludos maestro, hermosas poesías que ennoblece el alma y alimenta la razón. Un abrazo
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