sábado, octubre 26, 2013

Poemas de Carlos Aprea

Carlos Aprea



para hacer el amor infinito

cuando la canción se despereza ya partí,
entonces ella
es la que me persigue.
 (inédito, 1979)



los perdedores

gozosa herida,
insistencia absurda de golpearse y golpearse
con la misma miseria los oídos,
noble madera carcomida, herrumbre de los años,
persistencia,
canción cortada por el hacha de un carnicero
viva en sus pedazos,
crece en tiempo de descuento,
cuando la edad comienza a ser una amenaza,
crece
una música tatuada en las entrañas,
para que la clasifiquen los imbéciles
y le teman los traidores,
y los asesinos sepan que nunca descansarán
y aunque sea
les sirva de  condena,

no hay llanto tan feroz,
ni dolor tanto,
melodía embrujada que nos arrimas al borde aquel
de la derrota,
y nos empujas seductora a ese otro lado donde todo calla
para siempre,
quizá no fuimos fieles a patrones o ejemplos,
quizá el azar marcó de canto una baraja mala
y nos dejo sin falta ni resto,
o tal vez temblamos mas de lo que el tiempo exige
a los verdaderos triunfadores,
y perdimos el fiel, el equilibrio, la mesura,
el cinismo de los escaladores,
y la alegría de los exitosos sin culpa y sin memoria,
pero aun nos conmueve
una “esperanza absurda , que es toda la fortuna...”,
melodía embrujada,
sirenita,
te reís de nosotros que no queremos cera en los oídos,
aunque tu canto convoque  los dolores mas hondos,
y persistimos en hacer el viaje
atados al palo mayor,
sin brújula ni timón, sin cartas ni astrolabios,
sin marea ni mar,
despidiendo a los muertos que mueren todavía,
sin llegar a saber
si la nave parte, si sube la marea,
atados al palo mayor,  de una nave varada y descompuesta,
no hay otra cosa que sea tan inútil
no hay otra cosa que nos importe tanto.
(de la intemperie, Editorial Al Margen, 1999)


la poda

entrado el invierno,
fría la tierra, la corteza fría,
las ramas implorando hacia el cielo plomizo,
el viejo calza sus guantes y prepara
la pinza de podar,

observa en el ciruelo sus extendidas ramas,
recorre el cuerpo que ha dado el tiempo
a la copa desnuda,
sus antiguos nudos, sus bifurcaciones,
adivina una geometría que subyace
oculta a nuestra vista
y comienza, corte a corte,
a volverla visible,

de cada uno de estos cortes 
dice, 
depende la próxima cosecha.

(de abrigo, Editorial Al Margen, 2005)





 el ausente

sobre la piel tendida de la tarde,
sobre el murmullo de los indolentes y desatentos, que nada más
pasan,
sobre los párpados cerrados del ausente,
sobre el fino vello de sus manos desplegadas en las rodillas,
sobre las mejillas entibiadas por el tenue sol que las ilumina,
aire
soplo de la vida, fresco silencio en la
calma engañosa del perdido en sí,
pausa entre tormentas,
reencuentro con la propia respiración,
la identidad a partir del propio ritmo,
ceremonia silenciosa del sentido que vuelve,
el ausente respira
una pequeña paz, un breve descanso,
pausa entre tormentas,
ensimismado en su jardín incesante,
allí, en el cerebro, donde transcurre intacto
como era entonces,
escurridiza memoria del deseo más bello,
jardín mecido como nosotros
por este aire
venido de una región que creíamos muerta,
vuelve,
calma perdida, pulso incesante,
y despiértanos
promesas, entusiasmos,
certeza de la próxima mañana,
aire
déjame respirarte
bajo el cielo enrojecido del día que huye,
hacia el oeste del parque, hacia el oeste de la ciudad,
hacia el fin del mundo.



(de abrigo, Editorial Al Margen, 2005)



 
Arditti

Entre cardos y pastos desmesurados
la vieja estación
naufraga
con la caída de la tarde.
Unos perros flacos
aúllan su soledad al vernos,
por un momento,
entre las sombras
del tinglado en ruinas,
vuelve a pasar el tren.
(de Pueblos fugaces, 2012)




En Ronda

En Ronda los días son más largos
y la vida más lenta,
todos saben esperar, 
 y no matan el tiempo,
lo distraen
regando historias
de viajeros ansiosos
y exploradores implacables
que, por pura prisa,
no dejan florecer los deseos,
y acaban
con los dones del lugar,
las tardes frente al río,
y los contadores de historias.
(de Pueblos fugaces, 2012)




El horizonte desde la Bahía

En Bahía Desolación
el sol es tan tenue
que lo tratan como a un prematuro.
Recién nacido
del vientre helado de la tierra,
lo miran de frente
apenas amanece,
y le murmuran palabras con firmeza
para que se digne
a calentar el día,
le ofrecen espejos y oropeles,
salmos y rogativas,
y esperan en silencio
mientras sube al cenit.

 (de Pueblos fugaces, 2012)



Carlos Aprea y Johnny Barbieri


Carlos Aprea. Nació en 1955 en La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, ciudad donde reside.
Es poeta, actor y director teatral.

Ha publicado:

"la intemperie", Ediciones Al Margen, La Plata, 1999.
"abrigo, poesía 1999/2006", Ediciones Al Margen, 2006.
“Política líquida y otros poemas”, Sobre-plaquetas de la talita dorada, 2009.
“La camisa hawaiana”, Libros de la talita dorada, 2010.
“Pueblos fugaces”, Libros de la talita dorada, 2012.
Antologías:
"8 poetas regionales", Concurso EDELAP de poesía (2° premio), La Plata,1997
"Posía 36 autores", La Comuna Ediciones, Municipalidad de La Plata, 1998
“Pan, amor y poesía – Culturas alimentarias argentinas”, INTA, 2008
Poemas y textos diversos han aparecido en las revistas: “Talita”, “El hormiguero”, “El espiniyo”, “Pasajes”, “Revista de la F.C.A.yF.”(UNLP), “Sismo Trapisonda”, etc. y en los sitios: http://aromitorevista.blogspot.com , http://www.poesialaplata.blogspot.com , http://www.tuertorey.com.ar y http://www.el-descubrimiento.com.ar , entre otros.




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