Más allá del Festival: crónica de una intrusa por partida doble.
Por: Diamela Torres Borrego
Lo que intento hacer aquí no es más que ofrecer mis confesiones como persona que entra y sale del Festival Internacional de Poesía de La Habana sin siquiera ser poeta. Me fui a la capital cubana el año pasado a participar del CUBADISCO 2008 extraoficialmente y luego, al conocer de antemano de este maravilloso encuentro que tiene por centro a la poesía decidí probar suerte y continuar mi labor como promotora incansable de la Fiesta de la Cultura Iberoamericana.
Para ese entonces ni sospechaba la acogida que iba a tener entre aquellos poetas, en su mayoría fieles exponentes de su lengua originaria, y que el saldo sería enamorarme de este festival y prometerme regresar a su 14 edición.
En aquella ocasión se dieron cita poetas de las más diversas nacionalidades y lenguajes. Cada uno hacía gala del empleo de su lengua originaria en una poesía producto de la modernidad, pero que bebía de las más ancestrales creencias y que hacía renacer el mito cantándole a la naturaleza. Tal es el caso del amigo mexicano Jorge Cocom Pech en sus Secretos del abuelo con el poema “La casa de tu alma”:
Tu idioma es la casa de tu alma.
Ahí viven tus padres y tus abuelos.
En esa casa milenaria,
hogar de tus recuerdos,
permanece tu palabra.
(…)
Aquí y allá te encontrabas con uno de ellos que te leía un poema y luego terminaba por regalarte un libro; con otro que quizás no traía consigo su libro, pero te llenaba una cuartilla con sus letras y hasta era capaz de hacerte un poema, porque decía que eras poesía. Más tarde incluso podían sorprenderte con estos versos dedicados a “El rostro de Día”:
Voy a hacer un rostro:
Una forma en español donde el deseo mande,
Un poema de barbarie para el tacto,
Un espejo en donde ver a una mujer.
(…)
Recuerdo al amigo Olivier que entre helados compartía sus poemas en defensa de sus ideales o al amor de una mujer; al tímido Obediah que venía de las Bahamas y por su idioma no podía comunicarse con todos pero les llegaba con la musicalidad de sus versos; al misterioso Ciprián Cabrera y a la silenciosa Katherine Beeman, quienes resolvieron aceptar mi llamado y hacer extensiva su poesía a las zonas afectadas por uno de los terribles huracanes que había azotado a parte de mi querido Holguín. Ambos vinieron y salieron de aquí más convencidos del poder del arte para paliar las carencias humanas. Junto a ellos, y como para reafirmar la importancia de acudir a estos encuentros, vendría también el fotógrafo y poeta mexicano Christian Fernández Alonso, con quien solo tuve el placer de compartir dos palabras en esa ocasión para luego lograr que fuera parte de este humano y solidario proyecto que hicimos realidad más tarde en mi provincia. Aquí leyó sus versos en cada sitio que tuvo oportunidad y para aquellos que habían perdido las fotos de familia y las paredes y techos que los abrigaban. Antes de marcharse, y para continuar repartiendo alegría, donó 3 de sus obras a las salas de los museos afectados. Y qué decir de Cristian Avecillas, Hum!, poeta, narrador, dramaturgo, profesor e investigador y líder por naturaleza proveniente del Ecuador que me abría paso entre sus colegas y llegaba a los grupos que ni conocía para que a los cinco minutos ya todos fueran sus amigos. Ese Cris que pude ver una vez más en ahora en La Habana dispuesto al reencuentro, conocedor de todos, tan seguro de sí mismo e intentando crear la familia del pasado entre los congregados allí. Sí, la familia que se crea en cada uno de estos encuentros, pues a pesar de que este año se dedicaba a la poesía de los pueblos del Medio Oriente y del Maghreb y que aparentemente se acentuaban las diferencia de culturas y lenguajes, el saldo finalmente era lo que realmente valía.
En solo dos días y medio que pude compartir con los nuevos convocados, acudí a uno de los más felices convites que tiene lugar en La Habana. Asistí a uno de esos eventos que hacen que una crisis global no sea una crisis del alma, que hacen que un poeta aparentemente callado y tímido como el peruano Johnny Barbieri pueda unirnos ahora en la distancia a través de la Sociedad Peruana de Poetas e incluso presentarnos a nuevos amigos. Concurrí a uno de esos sitios donde es indispensable regresar aunque pases de intrusa por partida triple. Allí seguramente estarán Alex, Aitana, Pierre y muchos otros amigos de la UNEAC que hacen posible estos encuentros junto a los poetas de siempre y a los que se estrenan convencidos como José Martí de que “un grano de poesía sazona todo un siglo”.
Lic. Diamela Torres Borrego.
Relaciones Internacionales.
Casa de Iberoamérica.
Holguín, Cuba
1 comentario:
Es muy buena lo que escribió esta niña, a pesar de que no es escritora de profesión, pero tiene mucha inspiración al momento de narrar un hecho vivido por ella, que bueno que existan personas que se preocupen por conocer un poco de aquellos escritores poetas que se dan cita cada año en la cubadisco en la Habana.Muchas felicidades Diamela, sigue así.
abrazos.
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