martes, enero 31, 2012

Culmina Primer Festival De Poesía Pájaro Azul

Por: Ricardo Ríos Arias

DIECISEIS POETAS DE DISTINTOS LUGARES DEL PAÍS VISITARON AYACUCHO

La idea de un Festival de Poesía surgió en noviembre del 2011, cuando algunos de nuestros poetas fueron invitados al Festival de Poesía en San Luis, la idea de que los poetas interactúen directamente con la población nos sedujo irremediablemente, había que trasladar la experiencia.


Concertamos con Hugo Velazco, lúcido escritor huancaíno, así como con otros participantes del evento la realización de un nuevo festival, esta vez en Ayacucho, la fecha fue propuesta allí mismo finales de enero del año siguiente.

Los preparativos se iniciaron en diciembre, el colectivo editorial hizo contacto con diversas empresas y autoridades de la región. El entusiasmo era evidente.

A través de Facebook creamos la página “Festival de Poesía Pájaro Azul” y el Evento del mismo nombre, la adhesión fue inmediata y masiva, casi un centenar de personas se anotaron para asistir.

Y aunque la llegada de los poetas prevista para el 25 de enero tuvo algunos inconvenientes, por el atraso de algunas unidades de transporte y el accidente felizmente leve que sufrió el bus en que viajaba Danitza Crosby, la recepción fue sumamente emotiva.


Patricia Tauma y Enrique Caro de Huancayo y Marlon Maravi de Huánuco fueron los primeros en llegar, a ellos se sumó la delegación de Cielo de Pasco –como le llaman irónicamente los poetas a la ciudad devastada por la angurria metálica-, Luis Puris, Albert Estrella los pirotécnicos geniales y Bruno Collqui proveniente de Lima, aunque cerreño también de corazón.

Cuando terminamos de desayunar en el restaurant del gran amigo Hildebrant –“El Triunfador”- llegaron Manuel Luque y César Pineda, dos poetas capitalinos sobrios, talentosos y adversos al circo de las vanidades en que se debaten los poetas limeños y algunos de los talentos nacionales.

La inauguración. Sencilla pero sentida, luego de las palabras del organizador Ricardo Rios hablaron los poetas César Pineda y Cayo Santos, el tema central del debate, el rol del artista y su responsabilidad con la sociedad en los momentos de crisis espiritual que atravesamos, empezaban ya a perfilarse en los discursos.

En la tarde se continuó con ese mismo tema, las posiciones fueron varias, el poeta Sergio Castillo marco un derrotero basado en su larga trayectoria y una poética limpia y directa. Cayo Santos consecuente con su prédica de cantor popular, de poeta del pueblo, se abstuvo de participar luego de una larga discusión en la que intervinieron varios, incluido el joven Luis Puris quien aportó su punto de vista, elástico y engañosamente anárquico.

En conclusión se habló de la perseverancia y del largo camino por recorrer, vislumbrándose una esperanza en la creación de más ramificaciones a la red de poetas periféricos y partidarios de asumir una auténtica responsabilidad frente a la humanidad como proceso y como especie.

Las intervenciones. Aunque no es algo nuevo en el sentido técnico, el motivo de las intervenciones basado en una filosofía de participación espontánea de la población, fue quizá el aspecto más innovador del Festival.

La idea no era sólo brindar espectáculo sino inquietar al público, llamar la atención sobre un hecho real y concreto, la cultura de la sobrevivencia en que nos encontramos sumidos. El espectáculo y la diversión, tal como las plantea el aparato mediático de esta sociedad es complementario a la filosofía consumista que mecaniza y destruye el alma humana.

Los actos cruciales fueron dos uno en las inmediaciones del mercado Nery García, otro en el Terminal Terrestre.

El contacto. Uno de los aspectos no previsto en la programación del evento fue el contacto que seestableció entre los poetas y la urbe, el caso más evidente de esto fue la visita al cementerio allí Albert Estrella, Luis Puris y Bruno Colqui innatos observadores dieron rienda suelta a su imaginación haciéndonos notar algunas particularidades de nuestro imaginario que muchos parecemos no querer recordar, la tumba de la poeta o el peculiar epitafio del abogado, hechos que nos marcan como ciudad y como colectivo de cara a nuestro devenir y nuestro porvenir.

Conclusiones Finales.

El evento con todas sus limitaciones de organización y convocatoria fue un primer paso hacia la implementación de una estrategia de recuperación de los espacios cotidianos para las personas, no hablamos del “entretenimiento” como comúnmente se concibe sino de que las personas puedan actuar con cada vez mayor libertad, cantar bailar, reír, soñar, crear sin que nadie les diga que eso no se hace en ese lugar.

El próximo paso es recuperar espacios públicos, muros, calles, avenidas, parques jardines. El espíritu del Pájaro Azul vuele libre entre la jungla de cemento.

lunes, enero 30, 2012

"PALABRA EN LIBERTAD" n°13

PRESENTACIÓN
DE LA REVISTA PERUANA DE LITERATURA
"PALABRA EN LIBERTAD" n°13,
ESTE VIERNES 03 DE FEBRERO
EN LA CASA MUSEO JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI
EN LOS "VIERNES LITERARIOS DE JUAN BENAVENTE".
SITO EN LA AV. WÁSHINGTON 1976
(LIMA, AL COSTADO DE LA AV 28 DE JULIO).
A LAS 6.30 PM.
LA PRESENTACIÓN ESTARÁ A CARGO DE LA
DRA. MARTHA CROSBY,
PRESIDENTA DE LA SOCIEDAD PERUANA DE POETAS.
INGRESO LIBRE

domingo, enero 29, 2012

La novela en los tiempos líquidos

¿Si se acepta que hay una crisis del lector de novelas, motivada por la entronización de un lector lobotomizado, incapaz ya de detectar valores literarios, qué se puede hacer? Leer para vivir
Por: RICARDO CANO GAVIRIA
Parece una exageración, pero por desgracia no lo es: actualmente, cualquier contenido que aspire al gran público difícilmente puede sustraerse a la tentación de la novela. Y es que uno tiene la impresión de que hoy, para ser novelista, ni siquiera se precisa ser un buen lector de novelas: no en vano, son cada vez más abundantes los abogados, políticos, músicos, etcétera, que deciden probar suerte con el género, sin ninguna ceremonia previa en relación con la Literatura, esa criatura extraña a cuyo paso nos quitábamos antes el sombrero. La literatura, ¿pero qué diablos es la Literatura? Una convención surgida a comienzos del siglo XVIII, diría Foucault con frialdad de arqueólogo, mientras que Conrad invocaría presumiblemente, como ya hizo en su introducción a El Negro del Narciso, la capacidad de interpelar el sentido del misterio que envuelve nuestras vidas, considerada por él una de las cualidades menos obvias y superficiales del lector.
En el ámbito de la novela española se tuvo prueba de dicha capacidad en el caso de Tiempo de silencio del psiquiatra Martín Santos, un clásico de la novela española que sirvió también de clave interpretativa de la España de Franco, a juzgar por el contenido del artículo de José María Castellet "Tiempo de destrucción para la literatura española". Aunque el título aludía a una obra póstuma del novelista muerto prematuramente, transmitía también la imagen del obligado silencio de los españoles durante el franquismo que acabaría rubricando la obra de Martín Santos, de Sánchez Ferlosio, de García Hortelano, de Juan y Luis Goytisolo, de Marsé; luego serviría también de matizada transición hacia la obra literaria de un ingeniero de puentes, compañero de aventuras literarias de Martín Santos y uno de los novelistas más originales de la moderna literatura española: Juan Benet. Pues bien: actualmente la capacidad de estremecimiento de la literatura que animó a Martín Santos y Benet brilla por su ausencia en los que, venidos de otras profesiones, echan mano del género novela, y empieza incluso a escasear en los propios novelistas profesionales. ¿Acaso porque el asalto a la novela desde otras profesiones es tan solo el síntoma de algo cuya raíz parece más fácil de describir que de esclarecer?
Resulta muy sensato pensar que, siendo ciertamente la novela el espejo que recorre un camino, no pudiese menos que reflejar las turbulencias de los tiempos que corren, sometidos a una creciente sensación de inseguridad, transitoriedad y desarraigo institucional, en fin, de liquidez, según la pertinente metáfora de Zygmunt Bauman. Y ciertamente podría afirmarse que, mientras en muchos novelistas se detecta una creciente contaminación del género por la marea de la vida líquida que, lejos de hacerlos creadores de novelas iceberg, como hubiera querido Hemingway, los convierte en simples portadores de contenidos culturales, una minoría ha logrado oponer una resistencia sorprendente; así, el norteamericano Philip Roth, cuyo doble Nathan Zuckerman, en una de las últimas novelas del autor, sale lanza en ristre en defensa de la Literatura, o el español Vila-Matas, un novelista crecido a la sombra de Borges, príncipe de los narradores metaliterarios, especie protegida si las hay en la era de la narrativa "cultural"...
En efecto, puesta en circulación en EE UU en los ochenta del siglo pasado, poco antes de que Alvin Kernan anunciara la muerte de la Literatura y la desaparición de las Humanidades en la Universidad, una nueva noción de cultura, ya no concebida como una escala de valores, eliminó de la novela el reclamo de la estética. Versión norteamericana de los Cultural studies, desde entonces esta visión ha venido hipnotizando y sojuzgando de forma progresiva las temáticas de la novela hispanoamericana (narconovela, inmigración, violencia, apartheid) hasta el punto de que hoy podría pensarse que, antes que los premios a la calidad estética, serían más apropiados para ella, como ya ocurre en el cine -así y todo más capaz que la novela de sobreponerse a los lastres temáticos-, los premios a la diversidad cultural. Más o menos camuflados en ese carrusel multiculturalista cabalgarían la conciencia ecológica y el pensamiento políticamente correcto que inspiran lo que hoy podría llamarse novela comprometida de evasión, mientras que la simbiosis nacida a ambos lados del océano entre novela policiaca y denuncia política, pero sobre todo la novela que en España se inspira en la memoria histórica heredera de la Guerra Civil, no participarían por suerte en tales festejos. Celebrados en los extramuros de la Literatura, bajo la tutela prioritaria de un pragmatismo cada vez más embriagado por las cifras de ventas, cumplen gustosos con la función que les encomienda la invisible y astuta racionalidad cultural de los tiempos líquidos: no defraudar el "horizonte de expectativas del lector" (en el lenguaje de los teóricos de la recepción) como base de cualquier éxito literario.
Tal noción de cultura justifica la alusión de Bauman en su Vida líquida a una afirmación de Hannah Arendt sobre la palabra belleza (la belleza como meta de la cultura), elegida por ella por ser el epítome mismo que desafía toda explicación racional/causal. Que un sociólogo invoque de tal forma la estética arrojada por la borda por los propios estudiosos de la novela, adquiere relevancia especial en un momento en que, por otro lado, el silencio de la crítica (véase la muy oportuna "radiografía" de la misma publicada recientemente en Babelia), no revela sino que también ella forma parte del problema. Bien porque tiene miedo de redefinir su papel en un sistema que en el fondo querría suprimirla -lo que la condena a la mala fe-, bien porque no hace nada ante la agonía del lector sólido, aquel que necesitaba sentir bajo sus pies la tierra de esa "condición humana" cuya palpitación sentíamos hasta hace poco entre nosotros, se tiene la impresión de que ni siquiera quiere salir en apoyo del novelista cuando, como en el caso de Eduardo Mendoza, este se decide a dar la voz de alarma: "La novela no ha muerto, sino el lector de novelas" (declaración del escritor catalán que Vargas Llosa glosó afirmando su inquebrantable fe en la supervivencia del género, expresada ya en 1972 a quien esto escribe en El Buitre y el ave Fénix). ¿Ahora bien, si se acepta que en efecto hay una crisis del lector de novelas, motivada por la entronización de un lector lobotomizado, incapaz ya de detectar valores literarios, qué se puede hacer?
En última instancia, solo caben dos posturas: una, la del laissez faire que hace tabla rasa de la teoría literaria, la estética y la propia tradición humanística que las inspira, a favor de esa especie de "mano invisible" que regularía la industria cultural de la novela, para decirlo en sintonía con los propios valores de la trituradora o, mejor, licuadora neoliberal. Otra, la de los que, como los llamados teóricos de la recepción, saben que entre la masa de los lectores siempre hay, desde que existe la novela, un lector especial, que está en el origen de todo novelista; y que si se anula la diferencia básica para la supervivencia de la Literatura entre el lector que solo será receptor y el lector "indignado" que más tarde será también productor, no habrá para la novela una segunda oportunidad sobre la tierra. Lectores presentes, leed como si os fuerais a convertir en novelistas, futuros novelistas, empezad por ser buenos lectores, como lo fue siempre el indignado Gustave Flaubert, que una vez le recomendó a una de sus amigas lo siguiente: "Pero no lea como leen los niños, para divertirse, ni como lo hacen los ambiciosos, para instruirse. No, lea para vivir. Bríndele a su alma una atmósfera intelectual compuesta por la emanación de todos los grandes espíritus".
Fuente: ELPAIS.com

martes, enero 24, 2012

La poesía sacudirá al mundo mediante un festival en 40 países

En mayo, el mundo se sacudirá con poesía durante la sexta edición del Festival Internacional de Poesía: Palabra en el Mundo, el cual se desarrollará en 40 países.
El encuentro nació hace más de un lustro en apoyo al Festival Internacional de Poesía de La Habana, Cuba. La idea original era difundir ese acto y organizar lecturas con poetas que no pudieran asistir a la isla.
De manera paulatina, el entusiasmo de los participantes logró cosas insólitas, afirman los organizadores: lecturas de poesía en una cárcel, en parques, plantaciones, envío de poemas por Internet, por celular, lecturas en hospitales, escuelas, coloquios en universidades, lecturas en la montaña, en idiomas nativos, en autobuses. Cientos de poetas apostando por la palabra, la paz, la vida.
La meta es cubrir todos los espacios para leer y hacer poesía, señala Tito Alvarado, poeta, ensayista, periodista, conferencista, promotor cultural, organizador de sueños posibles y, sobre todo, defensor de causas perdidas, como lo reconocen sus colegas.
Más de dos mil actividades
Con el apoyo, en un principio, del también poeta y periodista argentino Gabriel Impaglione, Alvarado, quien es presidente del Proyecto Cultural SUR, consiguió multiplicar las voces participantes y las miradas espectadoras del Festival Internacional de Poesía: Palabra en el Mundo.
Este año, del 10 al 22 de mayo, el encuentro avanza en cantidad, calidad y en lugares donde se realizarán las acciones, las cuales serán más de 2 mil. Enfrentamos esta sexta edición con mayor confianza en que la poesía es mucho más que palabras, en que sí puede movilizar la conciencia, el canto, la voluntad, para hacer de la Tierra un planeta donde las guerras sean algo imposible, añade en entrevista con La Jornada.
Detalla que la próxima primavera se logrará un encuentro en verdad internacional, pero que no tiene la repercusión o la bombástica de otros festivales. Nuestro efecto es más silencioso, va acumulando energía para otros saltos de calidad, va abriendo una senda tan amplia como las necesidades y potencialidades humanas. Pensamos en la décima edición: 60 países, más de 3 mil acciones, con casi 30 mil poetas leyendo sus creaciones a un público extraordinario, que comienza el tránsito de espectador a actor de su propio destino.
La Habana será la sede principal del cierre del Festival Internacional de Poesía: Palabra en el Mundo, así como de la apertura del Festival Internacional de Poesía de La Habana, que este año acoge al quinto Congreso del Proyecto Cultural SUR, organización de creadores que es el alma de la fiesta, aquello que nadie ve, pero ahí está haciendo posible lo imposible, reitera Alvarado.
Convocar un público
Al estar todos los organizadores del festival repartidos en el mundo, no hay un acto central; es más, creemos que la descentralización y la horizontalidad son dos de los grandes méritos de este encuentro. Tampoco podemos hablar de simultaneidad en sentido estricto, pues los distintos husos horarios no lo permiten. En cada lugar que se asume a realizar una parte del festival, la clave de solución social será el ser humano en su dimensión de creador, en su aspiración de pleno desarrollo de su potencial.
Durante estos cinco años, continúa, “para mí ha sido inolvidable la relación de confianza y empuje que se ha logrado, la comezón de las semanas previas al festival y la grata sensación posfestival, al ver mejores resultados que los esperados. Esto da enorme confianza en el ser humano y, ahora que el mundo camina hacia el abismo, la confianza debe ser restaurada para que sea el motor de los cambios.
“No hablo de la ingenuidad, como por ejemplo poner dinero en un banco para que lo usen otros, o dar apoyo a los mismos, que cada día nos joden con soluciones para ellos, postergando éstas para los que sí las necesitan ahora.
Hablo de una confianza que es un sello de conducta, de la fuerza de saber que hay alguien, que son miles y cientos de miles y serán cientos de mi-llones, que ha dado su palabra y la cumple. Este hecho te deja en el éxtasis de haber tocado el cielo con la mano.
Tito Alvarado comparte que el primer milagro que ha ocurrido bajo el cobijo de la poesía “es que hay una fuerza y capacidad que se suma. Todos actuamos sin afán de micrófono, lo cual habla de la salud mental de los poetas; el segundo milagro es que, casi de la nada, coinciden locos, que son a la vez poetas y médicos, en un idea y logran ponerla en marcha.
“El primer festival se llamó solamente Palabra en el Mundo y no fueron más de 30 lecturas. Ahora los organizadores somos varios cientos. El tercer milagro es que continúa creciendo y continuamos sumando capacidades para volver posible lo que aparece como imposible. Esos milagros nos conducen a una magia: la que el festival deja en quienes participan y que es una enorme tranquilidad de espíritu, así como la certeza de que sin poesía no hay cambio posible.
Sin embargo. estamos conscientes de que la mayor magia que buscamos, la paz como una forma de vida con justicia social y en armonía con la naturaleza, está aún lejos, y por lo mismo más debemos esforzarnos para que estas metas de humana urgencia se cumplan en el más breve plazo.
Poetas en vivoCualquier persona se puede sumar al Festival Internacional de Poesía: Palabra en el Mundo organizando una o varias lecturas de poesía.
Las actividades pueden ser en cualquier escenario imaginable. Lo central es que sean con poetas en vivo y que se logre convocar un público, si es con otras artes mejor; si el público son 20 personas y cinco los poetas, bien; si son más, mucho mejor, concluye Tito Alvarado.
Fuente: cubasi.cu

sábado, enero 21, 2012

El escritor zaragozano César Ibáñez gana el premio de poesía Blas de Otero

El escritor zaragozano afincado en Soria César Ibáñez París y el vizcaíno Jabi Santa Cruz Agirre han ganado el Premio de Poesía Blas de Otero en las modalidades de castellano y euskera, respectivamente, que otorga anualmente el Ayuntamiento de Bilbao en memoria del poeta que le da nombre.
Ibáñez ha ganado el primer premio por su obra "La ruta de la sed", un trabajo de gran calidad, en opinión del jurado que lo ha otorgado, en el que destacan tanto las alternancias rítmicas como el buen manejo del lenguaje simbólico y metafórico, señala el consistorio bilbaíno en un comunicado.
El jurado del galardón, instituido en 2008, considera que el libro premiado es una obra en la que se conjugan la "ternura" y el "vigor" y en el que la poesía "nunca deja de estar en contacto" con la vida.
"La ruta de la sed" está divido en tres partes que van "de la oscuridad a la luz", en un camino en el que la gravedad convive con la ironía de un modo natural, agrega el fallo del jurado.
César Ibáñez París (Zaragoza, 1963), filólogo y escritor, reside desde hace varios años en Soria donde trabaja como profesor de Lengua y Literatura en el Instituto Virgen del Espino.
Ha escrito poesía y relatos que le han valido numerosos premios y menciones en prestigiosos certámenes literarios.
Es autor de varios libros de poesía y ha publicado dos novelas: "Los frutos caídos", (2004) y "La cueva de los diez acertijos", (2008).
El poeta vizcaíno Jabi Santa Cruz Agirre ha visto distinguida su obra "Baso ilun itoan" en la que el jurado ha apreciado un lenguaje "rico, preciso y de gran musicalidad".
El fallo establece que la obra premiada "desprende serenidad y melancolía, habiendo realizado el autor un gran trabajo para profundizar en la tradición poética y mostrar los valores del pasado, con actitud de respeto a la naturaleza y de superación del dolor vivido".
Jabi Santa Cruz Agirre (Erandio, Bizkaia, 1964) es maestro de educación infantil en la ikastola Asti Leku de Portugalete.
Publicó su primer libro de poesía infantil en 2000, "Moko bilduma" y después el poemario "Hiriko baratzean", en 2008.
El jurado de ambos premios, dotados con 6.600 euros en metálico en cada una de sus dos modalidades, ha destacado la gran calidad y nivel literario de los 241 trabajos presentados a concurso en la modalidad de castellano y de los 13 en la de euskera.
fuente: ABC.es

miércoles, enero 18, 2012

Viernes Literarios, Poesía peruana contemporánea


ESTE VIERNES 20 DE ENERO
EN LA CASA MUSEO JOSE CARLOS MARIATEGUI
(JIRON WASHINGTON 1976- LIMA,),
DESDE LAS 6 PM,
SE REALIZARA UN EVENTO ESPECIAL POR EL
"XXI ANIVERSARIO DE LOS VIERNES LITERARIOS"
DE NUESTRO BUEN AMIGO, EL ESCRITOR JUAN BENAVENTE.
ESE DIA HABRA UN HOMENAJE AL POETA Y ACADEMICO PERUANO
LUIS HERNAN RAMIREZ,
SE PRESENTARÁ EL LIBRO
"VIERNES LITERARIOS / POESIA PERUANA CONTEMPORANEA"
Y EL RECITAL DE POESIA CON TODOS NOSOTROS
QUE HEMOS PARTICIPADO EN SU YA HISTÓRICA ACTIVIDAD
O COMO INVITADOS.
INGRESO LIBRE

domingo, enero 15, 2012

Tatiana de Rosnay novela el "traumatismo intemporal" de perder una casa

Tatiana de Rosnay novela el "traumatismo intemporal" de perder una casa
La escritora Tatiana de Rosnay, autora del superventas "La llave de Sara", novela ahora en "La casa que amé" el "traumatismo intemporal" de perder el hogar, en una obra ambientada en el París de hace 150 años, cuando se dinamitaron miles de edificios para abrir las soberbias arterias de la capital francesa.
Avenidas como la de la Ópera o los Campos Elíseos, bulevares como el de Saint-Michel o el de Saint-Germain y parques como los de Boulogne, Monceau o Buttes-Chaumont contribuyeron a "sanear" y "embellecer" la capital francesa, pero "¿a qué precio?", se pregunta De Rosnay en una entrevista telefónica con Efe.
Al precio, responde, de fulminar el París más pintoresco, de hacer miles de expropiaciones, de reducir a cenizas entre 4.000 y 6.000 edificios, modificar en profundidad el 60 por ciento de la ciudad y de expulsar a la periferia a los habitantes más modestos.
Pero dicho esto, y pese a la nostalgia que le produce no haber conocido ese París de Víctor Hugo y Charles Baudelaire, De Rosnay concede que el resultado de aquel "enorme traumatismo" sufrido por miles de familias durante los 17 años de obras es "magnífico".
El artífice de aquella impresionante remodelación urbana fue el barón Georges Eugène Haussmann (1809-1891), que hizo carrera en el Segundo Imperio de la mano de Napoleón III, y cuyo apellido dio nombre a uno de los bulevares emblemáticos de París y a un estilo arquitectónico de bellos y señoriales edificios de piedra.
Haussmann, también conocido como el "Atila de la línea recta" y "el verdugo destripador", llevó a cabo sin titubear la misión que le había sido encomendada: "Sanear, unificar y embellecer París".
Pero "La casa que amé" (La Suma de Letras) no es una novela histórica, en el sentido, precisa De Rosnay, de que no ha escrito sobre Haussmann sino que la protagonista (Rose) es una mujer que tiene la desgracia de que su casa es una de las desahuciadas.
Y lejos de resignarse, Rose, una viuda de 60 años, hace todo lo posible, aunque sin éxito, para salvarla.
Esta aventura, cuyos derechos para el cine ya han sido vendidos, De Rosnay la escribió "en memoria" de los innumerables parisinos expropiados y obligados a comenzar una nueva vida lejos de París.
La historia se sitúa en el literario Saint-Germain-des-Prés, uno de los barrios preferidos de esta escritora francobritánica.
Rose es un personaje de ficción, pero no su casa que sí existió. Era blanca y de tres plantas, y estaba ubicada en la desaparecida calle Childebert, que bordeaba la abadía de Saint-Germain-des-Prés.
"Maravillada", De Rosnay la descubrió en una exposición sobre la obra del fotógrafo Charles Marville, a quien Haussmann encargó inmortalizar con su cámara las calles abocadas a ser destruidas.
"Me di cuenta de que hace 150 años había otro París" y "me dije que tuvo que ser muy difícil vivir en aquellas condiciones, con obras durante 17 años, con tanto ruido, polvo y grava, tuvo que ser infernal y un enorme traumatismo, aunque el resultado es magnífico".
Y añade que "lamenta" no haber conocido el viejo París y no poder "viajar al pasado" para pasear por su calles, pese a que concede que las obras de saneamiento y alumbrado acometidas a gran escala en la capital francesa eran necesarias para modernizar la metrópoli.
En ese faraónico proyecto de modernización fueron cayendo, como fichas de dominó, miles de edificios.
Una tremenda apisonadora que redujo a escombros todo a su paso y que para De Ronay, en cuyas novelas las casas, los sitios, los lugares tienen un papel fundamental, suponía el "ejemplo perfecto" para reflexionar sobre "qué significa perder el hogar".
En un ejercicio de acercamiento al mundo de Rose, la protagonista de esta novela epistolar, De Rosnay apagó el ordenador para escribir "La casa que amé" a mano, con su pluma.
Y encontró, dice, "otra forma de escritura más lenta, más rica, en el sentido de que en el tiempo de Rose no había ordenador, internet, ni teléfono, ni radio, se pasaba más tiempo leyendo, las noticias circulaban más lentamente, y era ese ritmo el que necesitaba".
"Somos náufragos de la era digital, nos enviamos mails, sms, nos hablamos por Facebook, Twiter, no conocemos nuestra escritura, nadie se envía cartas, incluso hoy los adolescentes se envían sms de amor, y tenía ganas de rendir homenaje" al género epistolar, indica.
Con varias de sus novelas en proceso de adaptación al cine, De Rosnay sueña que Meryl Streep interprete a Rose. Tiene, asegura, "esa belleza y esa dignidad" que requiere el personaje.
Por Catalina Guerrero.
EFE

jueves, enero 12, 2012

Homenaje al poeta Javier Heraud

Homenaje al Poeta
JAVIER HERAUD PÉREZ
SÁBADO 14 FEBRERO
5:00 P.M.
Exponen:
Jorge Luis Roncal (Arteidea Grupo Editorial)
Pedro Quintana (Mov. Javier Heraud)
Ernesto Montero (Gato Viejo Ediciones)
Martín Guerra (Mov. José María Arguedas)
Poesía:
Santos Burgos
Julio Nelson
Felix Matienzo
Isabel Reyes
Roger García
Ricardo Elías
Música:
Camilo Vega (cantautor peruano)
Margot Palomino
Milagros Castillo
Lugar:Salón Cultural del Brisas del Titicaca
(Wakulski 180, Cdra. 1 de Av. Brasil)
INGRESO LIBRE

lunes, enero 09, 2012

La poesía clasista

LA POESÍA CLASISTA,
poesía y lucha de clases en el Perú contemporáneo
de Julio Carmona
se presenta este
viernes 13
a las 7:00pm
en la Sala de Actos de la Asociación Guadalupana
en la Av. Alfonso Ugarte - Lima
INGRESO LIBRE
al finalizar habrá brindis de honor

sábado, enero 07, 2012

Un poeta insurrecto

CRÍTICA: EN PORTADA José Manuel Caballero Bonald - Entreguerras: O de la naturaleza de las cosas
Cuando, hace unos años, Caballero Bonald dijo que ya sólo iba a escribir poesía, no anunciaba un regreso (porque nunca se había ido del verso), ni tampoco una voluntaria limitación. Como sucede en algunos otros escritores, su obra nos ilustra sobre los borrosos límites de los géneros. La poesía intensifica lo que la narrativa disemina pero, al cabo, la tensión es la misma y el motivo de ponerse a escribir tampoco cambia. En este nuevo libro se nos dice que "la literatura no es sino un proceso electivo de circunlocuciones subterfugios requerimientos perífrasis tapujos" y nosotros podemos añadir que eso es lo mismo que está al fondo de Ágata, ojo de gato o de Diario de Argónida, de Manual de infractores o de La costumbre de vivir: en todos están "las poéticas libres la mística progenie / el torrencial reducto de materias sagradas libros árboles cuerpos versículos suras mantras glosas", que son los recursos de un escritor que sabe que la literatura es fundamentalmente asunto de manipulación de palabras. En unos casos, se provoca una explosión deslumbradora y en otros, una explosión retardada y con ecos: fulminante y explosivo son los mismos.
Claro está que en sus nuevos libros de poesía, tras el memorable Manual de infractores, hay una manifiesta voluntad de expresar los términos de una disidencia sistemática (contra el rumbo de las cosas del mundo) y, a la vez, una cierta complacencia rapsódica al recordar y volver sobre lo personalmente vivido, creído o gozado y comprobar que no fue vano. El último poemario tiene dos títulos que indican el acoplamiento de ambas direcciones: Entreguerras parece aludir al primer tomo de las memorias, Tiempo de guerras perdidas, y en ambos "guerra" evoca, más que la contienda bélica, la insurrección moral o la hostilidad que se percibe, como hubiera pensado un poeta español del Siglo de Oro (digamos Quevedo o Góngora); la segunda parte del título, O de la naturaleza de las cosas, repite, sin embargo, el del libro de Lucrecio, "algo que tiene que ver con la altura poética de que me siento más próximo", y que conviene recordar que encarnó la sabiduría de los epicúreos, el coraje de los que negaron a los dioses y el ánimo de quienes construyeron la humana solidaridad sobre el cimiento del sano egoísmo. Lucrecio dejó su testimonio en algo más de siete mil hexámetros y Caballero Bonald lo ha hecho en algo menos de la mitad de versículos de extensión dispareja, pero de enunciación muy segura y entonada, en la que ha prescindido de todo signo de puntuación que no sean la interrogación y la exclamación. Han perseverado los que tienen que ver con los énfasis necesarios del sentimiento personal y han desaparecido aquellos otros -las comas, los puntos...- que pretenden pautar de acuerdo con la lógica lo que sólo tiene sentido en la fluencia viva e igualitaria: "el despliegue repliegue de mis soliloquios", como leemos en el volumen.
Pero hay algo más en Entreguerras que ya pudo conjeturar el lector de la plaquette Soliloquio y del 'Epílogo' de la antología Tiempo de muchas aguas, que se anunciaba como "parte de un libro en preparación", ambos en 2010. Y es que Caballero Bonald andaba sobre los pasos de un poema unitario, fusión de "secuencias acumulativas" que aquí ha llamado "capítulos", como si lo fueran de un relato. Pero no es narración en verso sino poema de punta a cabo, con voluntad de serlo y entroncado en la tradición moderna que, en español, inspiró Espacio, de Juan Ramón Jiménez; Piedra de sol, de Octavio Paz, y Dador, de José Lezama Lima, entre otros. En todos hay imágenes seminales, biografía e historia alrededor, temporalidad vivida y simultaneidad creadora, preguntas de relevancia moral, quejas de la fugacidad de las cosas y convicciones bien ganadas. "La poesía y la historia se complementan, a condición de que el poeta sepa guardar las distancias", escribió Octavio Paz en El signo y el garabato; en eso confían quienes escriben poemas de esa traza cuya referencia, sin embargo, es el milagro del lenguaje: allí se revelarán al cabo historia y vida. También lo ha hecho Pere Gimferrer en su reciente Rapsodia, que se ha complacido en incorporar versos ajenos a su propio recorrido; por su parte, Caballero Bonald previene también una larga lista de deudas gozosas, entre las que se encuentra, claro, Gimferrer mismo.
No es el único tributo a modelos o a admiraciones en los que el poeta se complace y quiere asociar a sus versos: en el capítulo III se cita -por sus nombres de pila, como ya es costumbre inveterada- a Ángel (González) y José Ángel (Valente) y Carlos (Barral) y José Agustín (Goytisolo) y Alfonso (Costafreda) y Jaime (Gil de Biedma), cofrades generacionales. Por sus apellidos, a Tàpies, Millares, Saura, Oteiza y Viola, que hicieron del arte abstracto un signo de afirmación e intervención en la vida de su tiempo. Poco más allá, a Juan Ramón, Cernuda, Vallejo, Lorca, Cunqueiro, Ory, Barral y Valente, otra vez, como referentes líricos. El lector de los dos volúmenes de memorias de Caballero Bonald (ahora recogidos y enmendados en uno, La novela de la memoria, 2010) conoce ya los acontecimientos, alguna fabulación divertida y otros significados de la vida del escritor y sabe que se trata de una de las cumbres del género en las letras españolas. Pero ya hemos dicho que Entreguerras no es un resumen, ni la busca de dimensión lírica de los hechos acaecidos, sino otra forma de revelación de sí mismo que el escritor ha recibido en forma de un lenguaje caudal y apasionado, urgente y demorado a la vez.
Por supuesto, cada capítulo tiene un centro irradiante: el primero habla de Madrid, cuando estaba "asediada de vítores y máscaras de adalides"; el tercero, como se ha indicado, de los orígenes literarios; el quinto regresa a la geografía colombiana que marcó un trienio de su biografía en el comienzo de los años sesenta; el séptimo habla de Doñana, "Argónida en el listado de mi alma", y el décimo es un canto al Mediterráneo. "También yo soy aquel que nunca escribe nada / si no es en legítima defensa", arguyó Caballero en 'Bibliografía', de Diario de Argónida. 'Ubi bene ibi patria' (donde se está bien, está la patria) fue el título de un poema de Manual de infractores, inspirado por unas noches romanas y por una cita de Marco Pacuvio que Cicerón ha legado a la posteridad. Se diría que tales son las dos pautas centrales de Entreguerras. Que acaba, al borde del tiempo que concluye, "mientras musito escribo una vez más la gran pregunta incontestable / ¿eso que se adivina más allá del último confín es aún la vida?". Por supuesto, no es la vida eterna sino, en todo caso, la eternidad de la vida, lo único que puede desear un lúcido discípulo de Lucrecio y de Horacio. Ha escrito lo mismo que seguramente -y por repetir su nómina- habrían estampado Ángel y José Ángel y Carlos y José Agustín y Alfonso y Jaime, si la vida les hubiera otorgado esos ochenta y cinco años admirables que Caballero Bonald celebra, superando "los miedos que tanto se parecen al ejercicio de la valentía", cuando está oyendo "la voz universal que alienta en lo más último".
Fuente: el pais.com

martes, enero 03, 2012

Scott Fitzgerald o cómo vivir de la literatura tras el crac del 29

Los ensayos autobiográficos de Francis Scott Fitzgerald, titulados "Mi ciudad perdida" y en los que refleja sus esfuerzos por vivir de la literatura en los años posteriores a la mayor crisis del siglo XX, el crac del 29, han sido traducidos por primera vez al español.
Por: Alfredo Valenzuela
Esta traducción de sus ensayos, publicada por el sello malagueño Zut, cumple además "un deseo que Scott Fitzgerald nunca pudo realizar en vida", el de verlos reunidos en un volumen, ha asegurado a Efe Yolanda Morató, profesora de la Universidad Pablo de Olavide, de Sevilla, y autora de otras traducciones premiadas de Wyndham Lewis.
"En cartas a su editor Max Perkins, Fitzgerald intentó convencerlo, sin éxito, para que publicase este conjunto de ensayos; y siguiendo este deseo la edición ha respetado el orden de los artículos escogidos por el autor, la mayoría inéditos en español, tal como lo indicó el propio Fitzgerald en una carta en 1936", ha explicado la traductora.
Estos textos se publicaron originariamente en 'New Yorker', 'Saturday Evening Post', 'Cosmopolitan', 'Esquire' y 'Bookman', y sus editores en español han querido incluir un anexo con la procedencia de cada uno de estos dieciocho ensayos, así como la cantidad que el autor cobró por cada uno de ellos.
Morató ha considerado que estos datos son importantes porque "los ensayos más extensos tratan sobre la escritura de relatos de ficción y no ficción como único medio de subsistencia económica en el periodo que transcurre entre dos de sus grandes novelas, 'A este lado del paraíso' y 'El gran Gatsby', entre 1920 y 1925, cuando quería abrirse camino en los círculos literarios.
"Estos escritos reflejan igualmente la relación de "amor-odio" de Fitzgerald con el dinero, y en ellos "el mundo de los ricos es como un zoológico que el escritor visita de vez en cuando; un lugar por el que siente tanta atracción como repugnancia", según Morató, quien ha destacado también la semejanza de aquella crisis con la actual.
"Mi ciudad perdida", según su traductora, "cuenta en detalle el proceso de decadencia de la ciudad de Nueva York, que ha vivido (en los años 20 del pasado siglo) por encima de sus posibilidades, y cómo afecta a todos aquellos que han vivido entre las fiestas y el derroche.
"Fitzgerald era muy consciente de que "en la vida moderna la gran mayoría ya no depende de los valores que heredaron de los mayores sino del precio de los valores en el sistema bancario", ha ironizado Morató.
Estos artículos tienen además la cualidad de "ir tramando una red de hilos que tejen una suerte de autobiografía del escritor", por lo que su traductora ha considerado que son "mucho más que una recopilación de ensayos circunstanciales". Son, ha dicho, "una especie de festín de "una de las inteligencias más despiertas y sensatas de una época que tuvo mucho de insensata, como la nuestra".
Morató ha añadido que este conjunto de ensayos supera esa idea de Fitzgerald como el cronista de la "Era del Jazz" porque "muestran una dimensión mucho más personal del autor", así como "su desconfianza en el sistema familiar estadounidense, sus problemas con el dinero y el impacto de las prohibiciones en la juventud" de su generación.
También constatan "la conciencia de pertenecer a una nueva generación de escritores" y transmiten "la sensación de fracaso del escritor al haber asistido a un espectáculo cuyo final dejó muy pronto de estar al alcance de su mano".
La generación de Fitzgerald "se caracteriza por ser un puente entre unas décadas que supusieron un enorme cambio para el siglo XX" ya que "del Romanticismo del siglo XIX que habían heredado de sus padres pasaron a verse inmersos en una guerra que habían heredado de Europa, y más tarde a un caos económico con el que dejarían su particular herencia".
Fuente: EFE