miércoles, febrero 11, 2015

Martín Adán. Poemas



VIII

Llego a verde absoluto,
regresando; y no es el valle.
¡Y cómo pesa el pie,
calzado de espesa sangre!
Andando sobre mí mismo,
yo me procuro, cargándome;
y cada cosa me orienta
a un coágulo de sangre.
Miro buey: dos ojos ciegos,
que lucen a eternidades,
bajo testuz que es un vaso
de ofrenda de dura sangre.
Miro regato, de córnea
que una vez miró, vivace:
una lividez de párpado,
rusida de quieta sangre.
Casi humus, casi luz,
vasta electricidades,
los trigos ganados tremen,
vibran: ¡que abreve la sangre!
Nieves de cimas y cirros,
alcores de claras sales,
toisón del cordero albo
morirían para sangre.
¡Ay, que paró el que seguía
como el eterno romance!...
Y se me va la palabra
como se iría mi sangre.
Y escuchando a luces mudas,
aprehendo lo impenetrable:
que todo mi sangre vierte
si no lo agita la sangre.



Todo lo ignoras

Todo lo ignoras porque eres de piedra,
Todo lo ignoras porque es otro el día;
Todo lo ignoras porque es otro el río
Y sigue siendo así todavía.

Nada es realidad sino de enfrente,
Y con mi mano encima, encallecida.
¡Cuando tú sepas por qué fue la ojera,
Cuando tú sepas lo de mi camisa,
Cuando lo sepas todo, piedra noble
Si lo sabes, piedra caída!

Vivían todos porque ya vivían
¡Que todo caiga, Piedra!
Todo reviva,Todo sea,
La otra vez, el tiempo
El tiempo de minúscula e idea,

Este cuerpo de estar
Y de amor de belleza
¡No reparar en rima, Todo sea del pie a la cabeza!
¡Toda la letra que no se interpreta
Todo será en un día,

Mi sudor de verano,
Y mis pies sucios,
Y mi vida por de fuera
Todo lo que no soy y que me viva
Ya lo sé, yo enfermo de mi primavera!




XX

–Desde antes del Tiempo, Dios me espera;

Que me es, sin vaticinio, el sumo vate


El que inventó el latido porque late


La substancia que soy, bruta, primera.
Y tal substancia es de Él, a mano fiera, 

A mano torpe, a mano que se abate...


¡Rigor de mío y lascivia y dislate!...


¡Arcilla suya, ruín, blanda, postrera!...
Postrera siempre; y no... que abre sonrisa

Subintrante y tenaz, de linfa a brisa,

En faz de masa de eterno y de ahora.
¡Vete, pues, Pegadizo Ángel, alante...

Que Dios me está esperando en cada instante!...

¡Al ente divinal, por Su demora!...




La piedra absoluta (fragmento)

" Poesía se está de fuera:
Poesía es una quimera
Que oye ya a la vez y al dios.
Poesía no dice nada:
Poesía se está callada,
Escuchando a su propia voz

Como se va vida,
O como crece pelo de cadáver,
Estás tú, piedra aviternísima, piedra ilusa,
Entre las cosas reales.
Eternidad haraposa,
Firmeza sin edades,
Y un cordero de debajo que bebe el agua,
Y los cielos infinitos y con hambre...
Todo lo humano lo vi en ti,
Bestia mía y lejana, abiertas las fauces...
Todo de acto cumplido,
Y acezante...
Para cuando te estés muerto todavía,
Yo mismo, eres la muerte.
Eres yo mismo alguna vez
Entre las veces,
Entre las cosas,
Entre los quienes...
Pero tú, piedra enquistada,
¿Quién eres?
¿A quién voy entre los seres?
¿A qué tiempo, a qué futuro
iré con mis míes y mis desdenes
y con mis piedras recónditas,
yo mismo, nube de mí mismo, celeste?

La desesperación es una playa,
Sábelo, recóndita, alta piedra.
La Desesperación está contigo
Como tu piel o la miel de la abeja.
La Desesperación es un cielo
O una hembra o una piedra o una yedra.
La Desesperación no tiene otro
Límite que tu invocarla a ciegas.
La Desesperación está delante
De ti ahora: ahora es nueva,
Con sus monstruos invisibles de siempre
Y sus abiseles de fuera;
Con sus demonios de debajo, verdes,
Y con su cumbre, desierta.
Entre oleaje de roca, a ti llegué,
Muerto y vivo, con mortaja de yerba. "


Tumba de Martín Adán

 Johnny Barbieri en la tumba de Martín Adán
(Cementerio el Ángel - Lima)

1 comentario:

Martín dijo...

Muy bien, Johnny, esa mano asiendo la poesía es la de los lectores agradecidos. Un abrazo, Martín Rodríguez-Gaona.