Nuestra más grande poeta peruana, perteneciente a la famosa generación del 50, Blanca Varela, ha muerto hoy a los 82 años en Lima.
Así informó RPP:
Considerada una de las voces poéticas más importantes de América Latina, Varela obtuvo los galardones más importantes de la poesía en español destacándose el Premio Octavio Paz de Poesía y Ensayo en el 2001. En el 2006 fue la primera mujer que ganó el Premio Internacional de Poesía Ciudad de Granada Federdio García Lorca, así como el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana.
Fue durante sus estudios de Letras y Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos que se inició en la poesía y donde conoció a quien fuera su primer esposo, el pintor peruano Fernando de Szyszlo.
A partir de 1947 comenzó a colaborar en la revista "Las Moradas" y en 1949 viajaría a Francia, donde entraría en contacto con la vida artística y literaria del momento de la mano de Octavo Paz. De esta etapa data su amistad con Sartre, Simone de Beauvoir, Henri Michaux, Alberto Giacometti, Léger, Tamayo y Carlos Martínez Rivas, entre otros.
En 1962 regresa a Lima para establecerse definitivamente y cuando viaja suele hacerlo principalmente a los Estados Unidos, España y Francia.
Las obras de Blanca Varela han sido traducidas al alemán, francés, inglés, italiano, portugués y ruso demostrando el reconocimiento del que la poeta peruana gozaba.En 1959 publicó su primer libro "Este puerto existe", en 1963 "Luz de día" y en 1971 "Valses y otras confesiones"; Más tarde, en 1978, realizó su primera recopilación fundamental con su escritura "Canto villano". Finalmente apareció su antología de 1949 a 1998 con el título "Como Dios en la nada".
Aquí presentamos dos poemas
EN LO MÁS NEGRO DEL VERANO
El agua de tu rostro
en un rincón del jardín,
el más oscuro del verano,
canta como la luna.
Fantasma.
Terrible a mediodía.
A la altura de los lirios
la muerte sonríe.
Sobre una pequeñísima charca,
ojo de dios,
un insecto flota bocarriba.
La miel silba en su vientre
abierto al dedo del estío.
Todo canta a la altura de tu rostro
suspendido como una luz eterna
entre la noche y la noche.
Canta el pantano,
arden los árboles,
no hay distancia,
no hay tiempo.
El verano trae lo perdido,
el mundo es esta calle de fuego
donde todas las rosas caen y vuelven a nacer,
donde los cuerpos se consumen
enlazados para siempre
en lo más negro del verano.
En un rincón del jardín
bajo una piedra canta el verano.
En lo más negro,
en lo más ciego y blanco,
donde todas las rosas caen,
allí flota tu rostro,
fantasma,
terrible a mediodía.
Nadie nos dice
Nadie nos dice cómo
voltear la cara contra la pared
y
morirnos sencillamente
así como lo hicieron el gato
o el perro de la casa
o el elefante
que caminó en pos de su agonía
como quien va
a una impostergable ceremonia
batiendo orejas
al compás
del cadencioso resuello
de su trompa
sólo en el reino animal
hay ejemplares de tal
comportamiento
cambiar el paso
acercarse
y oler lo ya vivido
y dar la vuelta
sencillamente
dar la vuelta
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