de nuestro amigo Raúl Heraud
Orange Ode, de Raúl Heraud, no es solo un pliegue en su obra, sino un nuevo acto de ensamblaje que refuerza las estructuras de ese «desorden de los sentidos» que estaba en escena en su propio trabajo. De allí que los mitos actualizados a la crueldad del presente, las ciudades esplendorosas en su ruina, el propio sujeto dislocado hasta encontrar allí una revelación sean materias que no se agotan, sino que, al contrario, se potencian en la correspondencia de su discurso con la historia que padecemos, esa microfísica del poder que exclusivamente encuentra en los dispositivos del arte su real desacato, y en obras como estas, que no solamente tensionan la realidad en su fractura, pues también proponen un límite que no significa terminar, a la vez rehace todo lo supuestamente inventado. Ese es el reto de Orange Ode, «un reto a la miseria del hombre», como diría Gonzalo Rojas.
Héctor Hernández Montecinos
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