viernes, febrero 03, 2012

La Literatura no necesita la autorización del mercado

Tras 'Nada', la autora danesa regresa con la novela 'Ven', donde se cuestiona los límites éticos de escritores y editores
Después de las dos novelas que se han podido leer de ella en castellano, queda claro que Janne Teller (Dinamarca, 1964) si no tiene una voz, no tiene la historia. Tanto en Nada como en Ven, ambas publicadas por Seix Barral, se vacía en sus personajes hasta dar la forma a un niño de 14 años (como el protagonista de la primera) o a un editor, el personaje de la nueva novela. Si con Nada vomitó sobre los prejuicios morales de la sociedad contemporánea (y escribió desde las tripas), en Ven ha contenido su estómago (para hacerlo desde el intelecto) y reflexionar así sobre la ética y sus posibilidades reales entre las prioridades del ser humano actual.
Gracias a la figura del editor, Teller juega con sus dudas y sus contradicciones: ¿debe publicar una novela que ha robado una historia real a su protagonista? El escritor se apropió del relato de una agresión a una delegada de Naciones Unidas durante su estancia en el ficticio Morenzao (situado en África) y ahora se cuestiona las relaciones entre ficción y realidad. "Cuando algo es arte, se acepta que se abuse de la realidad, ¿y si es arte de mala calidad? ¿Y si no es arte?", apunta por escrito el editor. La voz que ha encontrado Teller combina en su protagonista la reflexión pura y dura, en pleno proceso de alumbramiento, con la tercera persona que cuenta el proceso de crisis.
Abusos literarios
Tan breve e intenso como Nada, ha camuflado un ensayo entre la ficción de un editor que ha heredado su puesto al frente de la empresa de un suegro, un tipo de un apetito inmoral insaciable. Teller coloca al personaje al borde del abismo: "Desfigurar la realidad es algo que nunca le estaría permitido al periodismo. Ni siquiera en el sensacionalista. Se denunciaría a la empresa periodística que lo hiciera. ¿A quién se denuncia porque se ha sido objeto de abusos en literatura de mala calidad?".
El problema no es tener una respuesta para la gran pregunta: ¿otorga la ficción la libertad total? El problema es cómo tragarse los cargos morales que le genera introducir un libro en el mercado, sólo con el permiso de la ficción. Y se perdona al pensar que no es su responsabilidad verificar lo que en un libro pertenece a la realidad y lo que no; escribiendo que el artista "está obligado a pensar en su arte antes que en otras personas". Sin embargo, es una postura cínica que no hace sino iluminar la ausencia de las habilidades artísticas del escritor que no es capaz de desarrollar sus ideas sin trasgredir la integridad de otra persona (real).
"La pregunta más importante que se hace este libro es: ¿hay un sentido innato de la responsabilidad en el ser humano, una ética humana universal que predomine en nuestra conciencia, incluso cuando se enfrente a un campo en el que las transgresiones suelen estar alabadas?", reconoce la autora danesa a este periódico. Teller partió de un caso real para lamer sus heridas, tras comprobar que el suceso que ella había sufrido durante el proceso de paz de Mozambique era el tema central de la novela de un autor al que se lo había contado y que este decidió quedársela sin preguntar.
Un robo íntimo
Le duele más que el atropello de su intimidad, el expolio de sus ideas. "Mis pensamientos y mis ideas no son lo más valioso que tengo, pero sí el núcleo de todo lo que soy. Y hay un libro que he tenido que dejar de escribir porque sentía que muchos de mis pensamientos fueron usados por otra persona", explica.
Por supuesto, bajo la excusa literaria aparece la degradación de una sociedad, gobernada por mercados extremos sin valores éticos. "La competencia empuja a la gente a superar constantemente los límites éticos", dice. Cree que a muchas personas les gustaría actuar de otra manera, con más consideración hacia sus semejantes, y señala el movimiento indignado español, pero sin capacidad para superar la barrera del mercado. "Hemos creado un sistema que nos empuja a empeorar a los seres humanos. Todos dejamos huellas", añade. En ese sentido, en la novela, el editor no se da tregua: "Se puede sobrevivir a lo que los demás te hacen. No a lo que uno hace a los demás".
Seres humanos moralmente perdidos. Parecería inherente al ser humano, la pérdida. "¿Seremos capaces, en este mundo dirigido por el mercado, de elegir cómo queremos comportarnos moralmente?", se pregunta la escritora en referencia a la deuda de Ven con La caída, de Albert Camus. Esta referencia es la mejor carta de presentación de Janne Teller: dice de ella que busca el lector en conflicto, con la rotundidad en las verdades ingratas.
"Sí, probablemente si contara historias que no contradicen a los lectores, vendería más libros a corto plazo. Pero, primero, me aburriría de escribir cosas de las que conozco las respuestas antes de empezar, y, segundo, ni siquiera estoy segura de que pudiera hacerlo", explica.
Y si no termina de hallar las respuestas que busca, ocurre que deja la pelota muy cerca de lo que importa. En Ven es el abuso de poder en las relaciones entre personas. La autora critica a los escritores que se aprovechan de la conciencia del resto: "Hay un nuevo tipo de escritores que se ven a sí mismos como dueños del poder, dueños del poder de la pluma", dice.
La primacía de los mercados no sólo deforma a las personas, la literatura también sale perjudicada. Se lamenta al reconocer que sólo tienen una medida: la cantidad. "Aunque la literatura no necesita la autorización del mercado, el criterio de la cantidad, desafortunadamente, nos conduce hacia la extrema pobreza espiritual de un ser para todo", explica en referencia a la creación de un lector único, el de best sellers. "No toda la literatura es para todos", cuenta, dando la bienvenida a la diferencia "en vez de tratar a todos como iguales en todo momento".
La guerra del precio
Hablando sobre best sellers, y tratando como trata Ven las presiones del mercado sobre las editoriales, ¿considera importante mantener el precio único? "En Dinamarca tuvimos la discusión hace algunos años, y por decisión de los libreros se cambió de precio fijo a precio libre. El resultado ha sido que los best sellers se venden muy baratos en los supermercados, y para competir con esos precios los libreros deben bajar tanto los suyos que no ganan nada. Por lo tanto, su base de ingresos se ha esfumado y un gran número de librerías han ido a la quiebra. Así que, ahora, los libreros vuelven a pedir el restablecimiento del precio fijo", revela. La última palabra la tiene Amazon.
Fuente: Público.es

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