lunes, febrero 08, 2010

Arquitectura de un día común de Óscar Ramírez

Por: Julio Arguedas

'Hablar de la poesía de Óscar Ramírez (mejor dicho, de su primer poemario, al cual me referiré de ahora en adelante) no es hablar de una voz nueva, porque hasta cierto punto eso suena demasiado encasillado, por lo que prefiero hablar de ciertas diferencias en su poesía.

Si bien todo poeta demuestra a grandes rasgos las influencias de autores que admira, lo que se lee en los versos de Arquitectura..., a pesar de que Óscar siente gran interés por algunas características de la poesía europea contemporánea, no es el recurrente esteticismo utópico de matices argumentales o lamentaciones de pasados ignorados y desastrosos, sino un mundo casi tan impenetrable como la sequedad humana.

Todo poeta establece sus pautas, sus condiciones poéticas, pero las condiciones que se nos ofrecen en este poemario, aunque se fecunda en muchos temas universales, es totalmente vertical, obligada a variar entre lo común y lo onírico sin perder la fusión entre veracidad y espacio donde se desarrolla la emoción creativa.
Dividido en cuatro etapas, este producto poético va formándose en un proceso de construcción y destrucción paulatina, con historias concebidas en espasmos que van desde un inventario formativo hasta envolvernos en un cuadro donde no existe mayor esperanza que la de una niña vagando entre nosotros invitándonos a caer.
Ahora bien, no sé dónde ubicar este libro, ya que en muchas de sus páginas la dirección de sus versos nos remite al espectáculo de cinematográficas escenas, como en otras tantas nos oculta el mínimo bosquejo que se le puede brindar con eficacia a la razón.

La poesía de Óscar Ramírez es un viaje perfecto, un vagar de versos, y palabras, por desnudas praderas sin llegar al simplismo de lo que se ha venido escribiendo en muchos de los poetas de su generación.

Las palabras están en el campo, ahora les toca a los lectores el deber de la cosecha.'

Poemas

CREACIÓN DE LAS PALABRAS

Marea, meridiano vocal,
algún pretexto verbal para la formación de las voces.

Las imágenes confeccionarán
la fragilidad de conceptos morales.

Un nombre, conducido por el viento,
viene a posarse temeroso en tus labios.

Convertido en palabra,
con la hipérbole creativa del amor,
aquello resonará como un vacío,
como el eco de un cristal
murmurando a destiempo el dolor de las sombras.

Aprenderá a sonreír cuando sonrían tus labios,
a dormir de improviso cuando dibujes el silencio.
Podrá comprender el vibrar de las olas
y la efímera humanidad de la espuma.
Como un pretexto tendrá la eficacia de la persuasión,
y refranes y versos compondrán su arrebato.

Sólo abre los labios
y retén su agonía.


PERSISTENCIA O EL ESPÍRITU DEL TIEMPO

Musa, madera de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
efímeros objetos sucumbiendo en un
febril destino de habitáculos sin nombre.

Severa luz de lo infinito, lucidez,
vasija donde artistas de labios y sudores cadenciosos
reposan la contemplación de viejos mundos.
Imágenes avivan creaciones nocturnas
donde los rezos se tornan crueles y voraces.

El silencio es la equilibrada perfección de lo venidero.

Para elevar el curso de cristales negros,
rezagos de mantos mudos devuelven voluntad y castigo.
Arena y roídos huesos de poetas
rodean el presbítero cantar de las venas.

Infante o senil creador de ideas,
vivir es sólo un constante caer hacia el vacío.
Los años no permiten la perfección
de lo equívoco, pero consienten a su vez
toda aquella sensación de agonía.


Es aquí donde lo externo nos celebra,
y nuestros frutos conservan con virtud
la intensa melancolía de los nombres.

A la posteridad quedan nuestros sueños,
plasmados sobre muros y maderos de tiempos remotos.
Criatura y profeta,
ambos renacen con el persistir de las musas.

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