El poeta recibe el prestigioso Premio Loewe por su libro «Canción en blanco»
Álvaro García, Premio Loewe de PoesíaLa poesía española se viste de lutoÁlvaro García, quinta del 65, es ya un poeta de asentada y dilatada trayectoria. En 1989 ganaba el Premio Hiperión con un libro delicioso, un «debut oficial» de altísima categoría, «La noche junto al álbum».
Con «Intemperie» y «Para lo que no existe» se consolidó su obra, y hace ahora diez años, firmes sus manos malagueñas al timón de sus versos, comenzó otra singladura con «Caída», libro constituido por un único poema, al que siguió «El río de agua», concebido también como una unidad. Y, como no hay dos sin tres, aunque no haya sido exactamente premeditado, ahora llega «Canción en blanco», poemario por el que Álvaro obtuvo el Premio Loewe, que este miércoles ha recogido en Madrid.
El jurado estuvo compuesto por Víctor García de la Concha, Francisco Brines, José Manuel Caballero Bonald, Antonio Colinas, Pablo García Baena, Joaquín Pérez Azaústre, Jaime Siles y Luis Antonio de Villena, un jurado que, como reconoce Álvaro García «es una antología de la poesía española contemporánea». El libro ha sido publicado por Visor.
El poeta explica que «en blanco alude a un disposición, a que no existe una idea preconcebida de cómo debe ser el poema, sino que nace abierto a ser invadido por la realidad, la imaginación, la fantasía, el amor, el humor. Intento la búsqueda de la totalidad, intento abarcar, y la única manera de hacerlo es ser flexible. Busco hacer convivir tiempos y espacios, como una suerte de música contrapuntística, de tipo jazzístico, ya que el jazz me gusta mucho, entre cosas porque es muy elástico».
Los lectores de poesía son pocos pero valientes, gente de lealtades a prueba de bombas narrativas, gente que tiene una fe inconmovible en la poesía. ¿Pero al poeta qué le dan, qué le ofrecen, sus propios versos? «La poesía me permite hacer -explica Álvaro García- lo que la vida no te permite. Con la poesía puedes robar al tiempo todos tus tiempos y hacerlos convivir, lo que ocurre con lo que no ocurre, lo que existe con lo que no existe. En este sentido es un ejercicio de salud verbal que hace que la vida respire y se ensanche, y te dé la sensación de que algo puede quedar, perdurar, mientras que, como bien sabemos, la vida pasa, es fugaz».
El arte sumerge en otra duración
Y el poeta ¿qué busca producir, con qué sortilegio quiere embrujar a sus lectores? «Me gustaría que el efecto que produjera fuera el mismo que a mí me produce, la ruptura del ritmo práctico, la velocidad práctica de la vida. Creo que el arte rompe ese ritmo y nos sumerge en otra duración. Pienso que esa es la mayor cualidad del arte, ofrecernos esa sensación de que entramos en otra duración una duración».
Álvaro García se despide con una firme declaración de intenciones, tomando prestadas unas palabras de uno de sus poetas preferidos, W. H. Auden: «La poesía debe servir para entretener a un amigo convaleciente».
Álvaro García posee una buena dosis de esta medicina.
Fuente: ABC.es
No hay comentarios.:
Publicar un comentario