entrevista CON CARLOS FUENTES Publica 'Carolina Grau' y 'La gran novela latinoamericana'
«Mis oponentes me han recluido en el Olimpo»
«Mis oponentes me han recluido en el Olimpo»
La prodigiosa vitalidad del mexicano Carlos Fuentes, el cuarto as de la baraja del boom, le lleva a tener tres proyectos literarios en cartera mientras presenta dos nuevos libros, los relatos Carolina Grau y La gran novela latinoamericana (Alfaguara), un canon literario muy subjetivo con el que ha armado una buena zapatiesta por sus inclusiones y olvidos.
-A sus 82 años y con Carolina Grau ha escrito otro libro sobre el deseo.
-A sus 82 años y con Carolina Grau ha escrito otro libro sobre el deseo.
-Este libro habla de las mujeres del pasado que no conocí y las del futuro, que no llegaré a conocer. A todas les he dado ese nombre de mujer.
-En uno de los cuentos, un anciano deja encerrado a un joven en una prisión después de haberse ocupado de su educación. ¿Se identifica?
-Yo creo en la continuidad de la cultura. Hay muchos escritores que creen que la literatura empieza y termina con ellos. Y no es así.
-¿Por eso es tan amplio de miras en su canon literario? Con todo, sorprende la ausencia de Roberto Bolaño.
-A Bolaño no le he leído.
-¿Y no piensa remediarlo?
-Quizá cuando haya menos ruido a su alrededor.
-¿es porque Bolaño aseguró en vida que hacía mucho tiempo que no leía a Fuentes?
-Bueno, parece que es una cosa recíproca.
-¿Cree que los jóvenes latinoamericanos escriben hoy menos cohibidos respecto al peso del boom?
-Nosotros tuvimos la obligación de decir todo lo no dicho. Porque la novela en Latinoamérica no existía. En cambio los jóvenes no tienen ahora ese problema.
-Con sus libros usted ha hecho con México lo que Balzac hizo con Francia.-
Por ahí le voy (ríe).
-¿Cómo conseguir la universalidad ahondando en la identidad de un país tan especial como México?
-Creo que todas las novelas trascienden el hecho nacional.
-¿La irrupción del narcotráfico está diciendo también algo universal?
-Espero que no. Ojalá un día Estados Unidos asuma su responsabilidad como principal consumidor de drogas.
-¿Cuentan sus opiniones en el debate social mexicano?
-Sí, porque la literatura tiene mucho peso en América Latina. Cuando allí no había más que silencio, la voz que se escuchaba era la de los escritores. Quizá ahora no sea tan cierto.
-Mario Vargas Llosa dijo que atacarle a usted era el deporte nacional en México.
-Eso fue así, pero ya no lo es. Me atacó mucha gente que no tenía éxito. Ahora mis oponentes me han relegado al Olimpo, patean la pelota en otra cancha y se dedican a atacar a gente más joven.
-¿Y cómo se vive en el Olimpo?
-Se escriben libros que es lo que importa. He conseguido fabricarme una vida perfecta, demasiado perfecta y ordenada. Me levanto temprano, escribo toda la mañana, salgo a caminar por el parque, que es un cementerio, como con mi mujer, leo en la tarde y luego nos vamos al teatro.
-Cuando su amigo García Márquez ganó el Nobel usted dijo que también se premiaba a una generación. ¿Que significó el de Vargas Llosa?
-Bueno, él es 10 años menor que nosotros. Es otra generación.
-Sí, pero indisociable del boom.
-Fue un premio muy merecido.
-Muchos consideraron que ese premio le excluía definitivamente.
-Pues sí, ni modo. Tampoco se lo dieron a Kafka .
-Con motivo de su 80 cumpleaños y del 50 aniversario de La región más transparente le llovieron los homenajes. ¿Fue la reconciliación definitiva con su país?
-Yo siempre he sido muy crítico con la política de mi país y me homenajearon 29 instituciones públicas y privadas. Fue muy emocionante.
-Usted escribió La muerte de Artemio Cruz cuando tenía poco más de 30 años. ¿Qué sabe ahora sobre la muerte que entonces no sabía?
-Tengo dos hijos muertos y eso me da una visión muy distinta de la muerte. Haber perdido a mi chico de 25 años y a mi niña de 29 nos ha marcado a mí y a mi esposa. Hago muchas cosas en nombre de mis hijos muertos y eso hace que no piense en mi propia muerte.
Fuente: elperiodico.com
No hay comentarios.:
Publicar un comentario