Con una escritura seca, casi distante, en el libro Un pedigrí, el francés Patrick Modiano ordena de manera cronológica y arbitraria apuntes biográficos de su niñez y su juventud para rescatar -entre las brumas de una memoria esquiva- señales de su propia identidad, un tema presente en toda su obra.
El Premio Nobel de Literatura 2014 "se inscribe dentro de la tradición de Marcel Proust, pero realmente a su manera. No se trata de uno que muerda una madalena y todo vuelva a su memoria", definió Peter Englund, secretario y portavoz de la academia sueca.
Reeditado por Anagrama, al igual que otros títulos suyos, el escritor desliza algunas claves para decodificar cómo su literatura se ve marcada por un pasado siempre incierto, bajo la engañosa luz de datos o recuerdos lejanos.
"Lleva tiempo conseguir que salga a la luz lo que ha sido borrado. Quedan pistas en los registros pero se ignora dónde están escondidos y qué guardianes los vigilan y si querrán enseñárnoslo. O tal vez simplemente han olvidado que esos registros existen", afirma el propio escritor.
Hijo de un hombre de negocios judío, de origen ítalo-español, y de una bailarina neerlandesa, el Premio Nobel de Literatura describe a su padre y a su madre -"dos mariposas extraviadas e inconscientes en una ciudad sin mirada"-, y al escenario en que se mueven, gente marginal que sobrevive como puede en una ciudad ocupada por los nazis, y luego en ese París gris de posguerra.
Ambos se casan y viven veinte años juntos en el mismo edificio, en pisos distintos, pero sus vidas se cruzan por azar o de manera circunstancial en medio de personajes oscuros, excéntricos que giran alrededor de ellos.
"Soy un perro que hace como que tiene pedigrí. Mi madre y mi padre no pertenecen a ningún ambiente concreto. Tan llevados de acá para allá, tan inciertos que no me queda más remedio que esforzarme para encontrar unas cuantas huellas y unas cuantas balizas en esas arenas movedizas...", apunta Modiano (Boulogne-Billancourt, 1945).
En esa imposibilidad de fijar los recuerdos, Modiano va nombrando, describiendo alguna imagen, atrapando su propio desconcierto frente al abandono de sus padres, que viven cada uno su propia vida, sin interesarse en la suya, de internado en internado ante la indiferencia materna -"una chica bonita de corazón seco"-, y un padre incapaz de atender sus necesidades.
Y reconstruye lo que aparece del pasado sin preocuparse por la acumulación de nombres, por pedazos de historias truncas, de las que toma algo, lo que perdura en su memoria. Y en esos años de supervivencia, comienzan sus lecturas: "Jules Verne, Alexandre Dumas, Joseph Peyré, Conan Doyle, Mark Twain, Stevenson", entre muchos otros.
Su madre le presenta al poeta y novelista francés Raymond Queneau, cuando era un adolescente y ya decía que quería ser escritor. El le enseña matemáticas y como miembro del consejo editorial de Gallimard, impulsa su primera novela, "La Place de l'Etoile", publicada en 1967.
En "Un pedigrí", escribe sobre la muerte de su único hermano Rudy, a los diez años, lo único que parece conmoverlo: "El domingo anterior había pasado la tarde con él, en nuestro cuarto del muelle de Conti. Habíamos estado ordenando juntos una colección de sellos. Yo tenía que volver al colegio a las cinco y le conté que una compañía iba a interpretar una obra para los alumnos en el teatrito del internado. Nunca olvidaré su mirada ..."
Dejando de lado ese hecho, "creo que nada de cuanto cuente aquí me afecta muy hondo", escribe el autor de "En el café de la juventud perdida", "Calle de las Tiendas Oscuras" (Premio Goncourt), "Villa triste", "La hierba de las noches" y "Dora Bruder" entre otras novelas.
Pese a esto, la relación con su padre tanto su estar esporádico, sus breves reconciliaciones, sus caprichosos mandatos o esa intención de doblegar siempre su voluntad, así como su ausencia en la vida cotidiana, dibujan una figura que se impone con fuerza.
Nunca la imagen de su padre, por más distante, se esfuma en este libro como un conjuro que no termina de deshacerse en el correr de sus páginas, tal vez las más personales.
Fuente: télam