El 14 de enero de 1967 tuvo lugar, en el Golden Gate Park de San Francisco, el mítico Human Be-In Festival, preludio del «Verano del amor» y escenario en el que la psicodelia de la contracultura se hizo carne. Junto a Allen Ginsberg, Timothy Leary o Michael McClure subió al escenario para hacer historia una única mujer: Lenore Kandel. Ella, nacida en Nueva York en 1932, es uno de los numerosos (e ignorados) rostros femeninos que formaron parte de la Generación Beat, llamada a cambiar la cultura de la segunda mitad del siglo XX.
En un meritorio intento por reivindicar su legado, la editorial Bartleby ha publicado «Beat Attitude», antología bilingüe que recoge las voces de diez poetas hasta ahora (casi) inéditas en España y que esta semana llega a las librerías. Con prólogo de Annalisa Marí, también encargada de la traducción y la selección, la obra supone una oportunidad única para descubrir a autoras como la mencionada Kandel, Denise Levertov, Elise Cowen, Diane di Prima, Mary Norbert Körte, Hettie Jones, Joanne Kyger, Ruth Weiss, Janine Pommy Vega y Anne Waldman.
La intención de Annalisa Marí era establecer «un punto de partida, una puerta que se abre», según explica en conversación telefónica con este diario desde su domicilio en Francia. «Tener diez nombres juntos da una idea de la presencia de las mujeres en esa época», más allá de Jack Kerouac, Allen Ginsberg y William Burroughs, los tres escritores que componen la definiciones más estrictas de la Generación Beat.
Pero, ¿qué ha pasado para que, hasta ahora, no supiéramos nada de ellas? Marí no encuentra una razón y es consciente de que, «aunque los tiempos están cambiando, durante muchos años interesó seguir mitificando a ciertos personajes». El resultado es esa «especie de vacío» que esta antología viene a llenar, con el «trabajo de las mujeres que habían estado publicando y recitando», hasta convertirse en «memorialistas» y en cuyos «escritos no hay ningún rencor».
Mujeres contestatarias
«Eran mujeres muy contestatarias y lo que menos les interesaba era ponerse una etiqueta. Es a posteriori cuando los críticos, e incluso ellas, empezaron a ser conscientes de que formaban parte de aquella generación», cuenta Marí. Los poemas recogidos en «Beat Attitude» reflejan, en su mayoría, un punto de vista femenino, sin olvidar los temas Beat fundamentales (la espiritualidad, el sexo, las drogas, el jazz), pero poniendo, por primera vez, a la mujer como sujeto, y no sólo como objeto.
Leonor Kandel fue, de hecho, la primera a la que Ginsberg y compañía miraron con cierto respeto. Tras conocer a Jack Kerouac en San Francisco, éste la inmortalizó en una escena de «Big Sur», describiéndola como «inteligente» y asegurando que lo sabía «todo». Antes de sufrir un accidente de moto que le causó graves secuelas físicas, Kandel publicó dos libros de poemas, el primero de los cuales fue acusado de obscenidad y confiscado en librerías.
Junto a ella, Marí destaca a Elise Cowen, quien fuera, durante un tiempo, la amante de Ginsberg: «Sus poemas son desgarradores, son como tesoros que guardo en mi estantería». Tras sufrir graves problemas psiquiátricos, Cowen se suicidó antes de cumplir los 30 tirándose por una ventana. Al poco tiempo, sus padres intentaron destruir todos su poemas por miedo a sus referencias a las drogas y a sus experiencias lésbicas; sólo sobrevivieron algunos versos, hoy presentes en esta antología.
Denise Levertov fue la «precursora», de las pocas mujeres incluidas en «The New American Poetry». Políticamente muy activa, se mantuvo siempre «férrea» en su poesía, muy crítica y social. En la misma línea de reivindicación, Diane di Prima, dispuesta a codearse con la Generación Beat, pero sin perder su rol de madre (tuvo, de hecho, cinco hijos de padres diferentes).
Sin olvidar a: Mary Norbert Körte, que dejó los hábitos tras escuchar recitar a Ginsberg; los poemas «íntimos y domésticos» de Hettie Jones (su matrimonio interracial, de los pocos de la época, fue todo un escándalo), una mujer «atribulada»; el estilo «fluido» de Joanne Kyger, quien fuera mujer de Gary Snyder y todo un referente poético con más de veinte libros publicados; ruth weiss (tras escapar del horror nazi junto a su familia judía, dejó de utilizar las mayúsculas para distanciarse de su lengua materna, el alemán), una viajera insaciable que aún está en activo; Janine Pommy Vega, una de las primeras mujeres publicadas por City Lights, cuyos poemas están dotados de una «fuerte melancolía» (su marido, Fernando Vega, murió en Ibiza de una sobredosis); y Anne Waldman, a la que Ginsberg consideró su «mujer espiritual» y que supone «la continuación de que lo Beat sigue vivo, es atemporal».
Todas ellas fueron mujeres pero, sobre todo, poetas. Porque, como escribió Hettie Jones: «Siempre he sido a la vez / tan mujer como para derramar lágrimas de emoción / y tan hombre / como para conducir mi coche en cualquier dirección».
Fuente: ABC. es