Madre
América / Johnny Barbieri
“Madre
América es un libro que lo empiezo a escribir a partir del 2008, cuando inicio
una serie de viajes a diversos países de Latinoamérica: Chile, Cuba, México,
Colombia, Argentina, Bolivia. Estos viajes me confirman que estaba frente a una
patria mayor, que ya no solo era el Perú, sino era Latinoamérica nuestra casa,
la casa grande, nuestra madre patria. Decidí entonces escribir sobre ella,
cantar a aquella tierra que nos vio nacer. Me uno de esta forma al grupo de
poetas que decidieron, en cierto momento, hacer esto: Andrés Bello con sus
Silvas americanas, Chocano y su Alma América, Neruda y su contundente obra
mayor Canto General, Raúl Zurita y su Inri, nuestro Manuel Scorza y sus
Imprecaciones, entre otros.
Madre
América lo voy a estructurar en tres partes: la primera refiere a la parte
física de América, a la América genitora, lo componen doce poemas que tienen
títulos a la manera de las crónicas que se hicieron en época de la conquista.
La segunda parte es una especie de memorial sobre lugares puntuales de nuestra América
como Cusco, Chavín, El Río Amazonas, El Lago Titicaca, Nazca, etc. Lo componen
diez poemas, y termino con una tercera parte que tiene un solo poema de largo
aliento y que habla sobre la conquista de esta parte de nuestro continente.
Este libro no es un canto épico, más bien diría yo, es un canto lírico a
nuestra Madre América.” (Johnny Barbieri)
AMÉRICA
MARÍA / de cómo se amaba a la mujer como al universo mismo
a
Carmen Lizama
mi mujer se llama María, se llama luna, se llama
siega en el campo
al atardecer.
se llama lluvia en el terral baldío, flama de leña
que cuece los adobes,
río que serpea hacia las caudalosas aguas del
Amazonas. se llama roble roto,
roca ígnea, nido de colmillos de caimanes.
mi mujer se llama María, se llama sol, se llama
pared de granito que acaba
de caer.
se llama golondrina, se llama cántaro de agua, agua
de garúa, tromba de enero, granizo de la Patagonia. se llama polen, mariposa
iridiscente,
manos arqueadas por los años.
mi mujer se llama María, se llama mar, se llama
tormenta mar adentro,
cardúmenes coleteando en la playa, barca encallada
en la arena, albatros
volando en un vuelo eterno.
se llama crisálida, niebla densa, arroyo recién
nacido, eco que repiquetea
en la montaña, luz chispeante, recodo hecho con mis
manos.
mi mujer se llama María, se llama tierra, se llama
volcán, se llama América
donde se inicia el orbe, fosa bajo el nevado,
pastizal que siempre retoña, ubre para el nacido.
se llama cantera pulida, manto paracas, fruto que
brota de la tierra, hoja de coca chacchada. se llama puna, andenería, serpiente
tallada en la piedra,
helada que estremece en el altiplano.
mi mujer se llama María, se llama luna, se llama
sol, se llama mar, se llama tierra, se llama América que crece y se ramifica al
mundo.
GENÉSICO / en
que se establece una relación entre hombre y natura
cuando nací me amamantaron los caimanes,
crecí reptando en la grama húmeda que se extendía a
lo largo del Marañón,
el sol horadaba el camino por donde andaba al
mundo.
la piedra sobre el helecho ajustando la espesura,
el nido caído, el cedro endurecido, las fauces de
un animal milenario
petrificado frente a nosotros. yo crecía delineando
las fronteras sobre
la tierra seca con las vértebras de un cuadrúpedo
muerto.
cubrí mi cuerpo con mantas de tocuyo y hojas de nogal,
anduve en círculos bajo la lluvia oliendo el
llantén
que me envolvía, cruzaba el río sobre una balsa que
había hecho
con amarras de maderas de lupuna,
los cafetales se extendían kilómetros a la redonda,
las hojas de coca florecían verdes en la llanura,
alrededor
las reses verdes pacían desolladas.
un acantilado con enredaderas, unos bejucos
arrancados de raíz,
bajo el suelo la tumba abierta, el oro extraído,
la calavera petrificada, el ala chibcha abatida,
el camino araucano cubierto de cicatrices y
levedad,
el dolor del parto de este día, las aves de carroña
en el cielo,
los peces en las aguas envenenadas, el nido de las
procreaciones eternas
al
son de los sikuris.
yo danzaba dando vueltas, girando como un astro
alrededor
de un astro mayor, mis pies se ovillaban en la
tierra,
mi cuerpo daba vueltas sin parar hasta que cesaban
las pulsaciones.
América se eternizaba en mí.
MATRIZ VERDE / del verde como color de la natura
estoy
recorriendo los espacios de las procreaciones,
las
entrañas de América me muestran los dolores del parto.
madre
genésica,
verde
al sur con cactus pequeños,
verde
al norte destrenzada de cabellos verdes,
verde
ensanchado a los extremos,
voy
mordisqueando el verdor hasta romper mis dientes.
el sol
calienta la piel mientras camino sobre este tapiado
de
yerbas verdes.
todo
es verde a mi alrededor, esta isla es verde a perpetuidad,
verde
vendaval, verde lluvia que cae sobre el tejado,
nervadura
verde, verde safari excavado desde sus entrañas,
matriz
verde cepa, hongo crecido, hojas verdes con flores verdes violetas,
germinaciones
verdes.
el
litoral se extiende mientras busco tu cuerpo entre el follaje crecido.
camino
y al andar la tierra se recrea haciéndose más imperecedera,
más
ladeada a los extremos y más honda al centro.
estoy
en el centro, en esta hollada de verdor,
y la
nieve no cae porque no hay nieve verde,
y la
noche no se eterniza porque no hay noche verde,
y el
cielo se estremece de un verdor que solo es posible ver
desde
este punto verde de nuestra América que crece indetenible.
ALAS ROTAS / en que se estima el vuelo de las aves como vuelo de
Dios
ha
regresado de la Patagonia,
la
paloma que inventamos ayer ha cruzado el glacial
y ha
llegado a la angostura de esta tierra embrionaria,
sus
alas blancas están rotas.
sobre
su nido hay aves a la espera de un pequeño soplido.
su
cuerpo agoniza entre mis manos. hay un olor austral como de muerte.
escalones
de piedras y de maderas que rodean el nido de oro.
América
toda llora. hay alas muertas volando en semicírculos.
exploradores
que navegan desde la Patagonia para ver al ave muerta.
los
orfebres hacen palomas muertas.
hundo
mis manos en el mineral y saco un puñado de pájaros
y las
suelto para que vuelen al sol.
el día
tan volátil nos envuelve.
todo
es tiniebla,
nada
queda solo el mismo tiempo roto
y las
alas de papel que se echan al aire para que se hagan polvo.
LUZ HECHA A GRITOS
/ en que la luz alumbra el
mundo
aquel promontorio de luz es la
luz hecha a gritos.
puñado de
fragua que ilumina el mundo.
un cuervo anida
hace siglos sobre un tejado abandonado,
ulula en la
noche bajo la luna desollada.
lebreles corren
tras el sol rupestre hasta perderse en una
montaña andina.
graniza a medio
día naciendo los glaciales más imponentes,
se eclipsa el
sol,
la hoguera se
apaga de un soplo del Salcantay,
hay agua
empozada y caimanes que juguetean sobre ella,
la espesura de
la hierba devora los árboles podridos,
se ahueca la
tierra hasta el subsuelo para extraer el latido más hermoso,
se extrae el
corazón con las dos manos para alzarla al sol.
hay vapor, un
arco iris en solsticio,
helechos
alrededor del movimiento más insignificante,
un quetzal en
blanco y negro parado sobre una rama muerta,
los goterones
que caen sobre los arrecifes,
la marea que
sube por las noches haciendo naufragar las embarcaciones,
la luz del día
refracta sus colores sobre los puquiales,
el mar se
aquieta frente a la procreación,
hay canto rodado
alrededor,
huacas
abandonadas,
pellejo de
auquénidos en el suelo para pasar la noche,
un camino
desdibujado con los pies,
pájaros
dormitando en los nidos después de las exterminaciones.
Johnny Barbieri (Cusco-2020)