viernes, marzo 27, 2015

Muere el Nobel sueco Tomas Tranströmer


Cuando anunciaron al ganador del Premio Nobel de literatura de 2011, mucha gente pudo pensar que los suecos premiaban a otro sueco por chovinismo. Mucha gente, pero desde luego no los lectores de poesía, que exclamaron algo así como un “por fin” que debió sonar, bajito, pero continuo, en toda la tierra. Tomas Tranströmer (1931-2015), fallecido este 27 de marzo a los 83 años, era, desde hacía mucho tiempo, el maestro de una nueva manera de entender la poesía. Su estilo era directo, pero cargado de misterio. Imaginativo y con una potencia plástica que recordaba a la mejor poesía oriental y a las vanguardias, pero sin renunciar a la sobriedad de la poesía clásica. Una poesía de gestos pequeños escrita casi siempre en presente. Y, no menos significativo, una poesía que no temía hablar en primera persona y recuperar el yo (esa partícula que los poetas mantienen en cuarentena) pero con una humildad que rayaba en la desaparición del sujeto (“Fantástico sentir cómo el poema crece / mientras voy encogiéndome. / Crece, ocupa mi lugar. / Me desplaza. / Me arroja al nido. / El poema está listo”, dice en uno de sus mejores poemas). La voz de la poesía de Tranströmer era la de una especie de superviviente feliz que se queda a medio lado mientras las cosas, las cosas cotidianas, que son las más fascinantes, suceden. Su programa poético, si hubiera tenido uno, podría resumirse en un verso que lo ha hecho célebre: “El mundo y yo dimos un salto el uno hacia el otro”.

Por todas estas cosas, desde finales de los años setenta Tranströmer se convirtió en el maestro de una poesía que nacía con la voluntad de aunar diversas tradiciones y posibilidades estéticas, alérgica a las escuelas y los dogmas políticos. Una poesía “internacional” escrita en sueco, pero también en inglés, en polaco, y a lo que en nuestro idioma llamamos antipoesía. Y maestro, por ejemplo, de Joseph Brodsky y Seamus Heaney, dos autores que obtuvieron el Premio Nobel antes que él.

Pero hablemos de su vida. Nacido en 1931 en el seno de una familia liberal que se separó cuando era pequeño, Tomas vivió su juventud con su madre en un barrio obrero, circunstancia que narra en su prodigioso (y breve) libro de memorias Visión de la memoria (1996) y que definió la cualidad más notable en su poesía: una peculiar manera de estar en contacto con el mundo, una especie de pasividad valiente. Y su vida es importante porque desde su primer libro 17 poemas (1957), escrito con una peculiar revisión de surrealismo cuando apenas contaba 24 años (“oigo a las estrellas piafar desde los establos”, escribe, por ejemplo), hasta la simplicidad de grandes libros El cielo a medio hacer (1962), Visión nocturna (1970), el largo poema Bálticos (1974) o Para vivos y muertos (1989), sus versos son inseparables de su trabajo cotidiano: Tranströmer trabajó como psicólogo en centros penitenciarios y hospitales, reinsertando a los adolescentes marginados y a las víctimas de traumatismos severos.
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Por eso su poesía actúa a modo de reinserción. Esa pasión por el instante, por “la retórica del ahora”, como él mismo dice en un poema, y por una vida que merece vivirse (siempre sin edulcorar) hacen de sus poemas cuestiones vitales para cualquier lector, esté habituado o no a la poesía. Consigue que el mundo nos seduzca. Y para ello multiplica las imágenes divertidas: “el periódico, gran mariposa sucia”, “una orquesta hindú de ollas de cobre”, “el jeroglífico del ladrido de un perro / pintado en el aire sobre el jardín”.

En 1990 Tranströmer sufrió una hemiplejía que lo dejó sin voz, pero no, como él mismo precisaba, “sin lenguaje”, y continuó escribiendo una poesía cada vez más breve y directa. También siguió tocando el piano, una de sus principales pasiones, e interpretando con la mano izquierda obras de Scriabin y Mompou. Y viajando por el mundo con Monica, su mujer, que sabía traducir con gran riqueza cada mínimo gesto del poeta.

En España, gracias a la generosa labor de la Editorial Nórdica, que lo publicó antes de que obtuviera el prestigioso premio sueco, tenemos a nuestra disposición toda la poesía de Tomas Tranströmer magníficamente traducida por Francisco Uriz y Robert Mascaró en los volúmenes El cielo a medio hacer (2010) y Deshielo a mediodía (2011), además de su libro de recuerdos Visión de la memoria (2011) y un enjundioso epistolario con el poeta norteamericano Robert Bly, Air Mail (2012).

Fuente: EL PAIS

miércoles, marzo 25, 2015

Fragores y Mutismos de Javier Vílchez en la CASLIT


Nuestro amigo, el narrador piurano
Javier Vílchez,
 presentará su segundo libro de cuentos

FRAGORES Y MUTISMOS

este viernes 27 de marzo 2015

Como presentadores estarán:

Mary Ann Agurto
y
Martín Córdova

La cita es en La Casa de la Literatura
a las 7:00pm

INGRESO LIBRE

miércoles, marzo 18, 2015

Mariano Melgar. El poeta de los yaravíes


Conmemorando el bicentenerio 
de la muerte de Mariano Melgar
poeta y héroe, 
el Centro Cultural Inca Garcilaso de la Vega
inaugura una muestra bibliográfica imperdible.

la cita es este jueves 19 de marzo

INGRESO LIBRE

jueves, marzo 12, 2015

El clima ficción llega a las clases de literatura


Desde la Universidad de Columbia, en Nueva York, a la de Cambridge, en Gran Bretaña, cada vez más profesores de literatura dan un espacio al género de clima ficción en sus clases, seguidos de cerca por el cine y la academia.

Mientras varios autores escriben novelas de clima ficción, incluso hay guionistas tratando de vender sus obras en Hollywood, estudiantes de todo el mundo se concentran en este género de la literatura y el cine, que genera cada vez más adeptos.

Jenny Bavidge dio una clase de clima ficción en la Universidad de Cambridge en el verano boreal pasado en el Instituto de Educación Permanente, y Darragh Martin hará lo mismo en la próxima temporada estival en Columbia.

Con la creciente aparición del género en la revista Time y en The New York Times el año pasado, numerosos profesores de literatura aprovechan la oportunidad para incluirlo en los programas.

“La literatura de ficción imaginó muchas versiones del fin del mundo, ¿pero cómo este género hace frente a la amenaza del cambio climático?”, preguntó Bavidge a sus estudiantes al introducir la materia.

“Este curso se concentrará en los trabajos de autores contemporáneos, entre ellos Margaret Atwood e Ian McEwan, y se preguntará si el clima ficción imagina soluciones así como finales”, apuntó.

“Como personas que vivimos en este particular período histórico, quizá nos preguntemos cuál es el aporte de las novelas de clima ficción a los esfuerzos por comprender nuestra relación con el planeta y los ecosistemas”, escribió.

Uno de mis mentores en materia de ciencia ficción es el novelista David Brin.

Una vez le pregunté cómo los temas relacionados al cambio climático influían en las novelas y películas de ciencia ficción, y me respondió por correo electrónico: “El recalentamiento global y las inundaciones fueron importantes en mi novela ‘Tierra’, de 1989, pero ya estaban en el filme ‘Soylent Green’ (“Cuando el destino nos alcance”, de 1973), sobre la novela de Harry Harrison ‘¡Hagan sitio, hagan sitio!’”, de 1966.

Varias universidades de Estados Unidos crearon cursos de este género, tanto de pregrado como de grado. Y esa es solo la punta del iceberg. Este 2015 se perfila como el “Año del Clima Ficción” en el ámbito académico, y no solo en América del Norte, también en Gran Bretaña y Australia.

Varios países que no son angloparlantes también le prestan atención al clima ficción y a cómo impacta en sus propios círculos literarios, entre los que se destacan Alemania, Brasil, España y Francia.

Si bien seis universidades e institutos terciarios en Estados Unidos se interesaron y forman parte de la nueva tendencia en educación superior en 2015, el género llega a escritores y lectores de todo el mundo. El clima ficción no es solo estadounidense o británico, se ha vuelto global.

El diario Crónicas de Educación Superior, de Washington, que cubre temas académicos en varias áreas, le encomendó a un periodista prestar atención al crecimiento del género en el ámbito académico, indicaron varias fuentes.

Además del curso de verano de Martin en Columbia, que comienza el 27 de mayo, profesores de la Universidad de Temple, en Filadelfia, de la Universidad de Oregon, del Colegio Comunitario de Holyoke, de la Universidad Estatal de Nueva York, en Geneseo (SUNY Geneseo, en inglés), y la Universidad de Delaware tienen en este semestre cursos sobre clima ficción con unos 200 estudiantes.

Es un comienzo y habrá más.

Profesores que escriben en español, portugués e italiano, entre otros idiomas, escriben documentos sobre clima ficción y dan clases sobre el tema en sus universidades.

Por supuesto que la ciencia ficción tiene una larga y rica historia en la educación terciaria de América del Norte y Gran Bretaña, incluso varias universidades crearon departamentos de literatura especializados en la investigación de este género. Ahora se suma el clima ficción y encuentra un espacio propio.

Elizabeth Trobaugh y Steve Winters, del Colegio Comunitario de Holyoke, dictan este semestre un curso de literatura llamado “Clima ficción: Historias y ciencia sobre el advenimiento del apocalipsis climático”.

Cuando IPS le comentó a Trobaugh que pensaba escribir una columna cobre su curso, respondió: “Gracias por su interés en lo que haremos este semestre. El profesor Winters y yo pensamos que estamos en algo interesante, y su correo electrónico confirma nuestra convicción de que el clima ficción está en expansión y que este es el momento (como dice Macklemore en su canción) de agarrar la ola”.
Stephen Siperstein, doctorando de la Universidad de Oregon, también da clases de clima ficción este semestre para estudiantes de pregrado. Todas las semanas comparte en su blog las lecturas realizadas y la reacción de ellos al nuevo género.

En la Universidad de Temple, Ted Howell da un curso llamado “Clima ficción: Ciencia ficción, cambio climático y apocalipsis” a unos 30 estudiantes. También tienen blogs semanales sobre el curso mediante el cual mantienen intercambios fuera de clase con su profesor y sus compañeros.

En SUNY Geneseo, el profesor Ken Cooper da este semestre un curso llamado “Lector y Texto: Clima ficción”.
“Los trabajos representativos incluirán a ‘La chica mecánica’, de Paolo Bacigalupi, Flight Behavior (Comportamiento de vuelo), de Barbara Kingsolver, entre otras”, indicó Cooper a sus estudiantes a modo de introducción, y agregó con picardía: “También habrá por lo menos uno sobre apocalipsis de zombies”.

Siohban Carroll, especialista de la Universidad de Delaware en literatura británica del siglo XIX, comentó a IPS en un tuit: “Doy un curso de ‘clima ficción’ del siglo XIX para estudiantes de grado. Una parte tratará sobre la escritora Mary Shelley y el Antropoceno”.

El clima ficción llegó al ámbito académico y encontró aliados en los espacios universitarios. Es una tendencia mundial porque el cambio climático nos impacta a todos, y la literatura y el cine siempre responden a las cosas que importan.

Editado por Kitty Stapp / Traducido por Verónica Firme
Dan Bloom es un periodista y escritor estadounidense, residenciado en Taiwán, especialista en clima ficción.