miércoles, febrero 11, 2009

Miguel Ildefonso: HIMNOS


Miguel Ildefonso

HIMNOS

Pasas por calles pero es como si pasaras por el mismo dolor
estar solo otra noche solo con tu sombra que es la noche
te detienes a prender un cigarro tu última sonrisa se va
cabalgando una rata que se mete a un jardín de basura:
si tu alma fuera un crepúsculo que miras desde el centro de la ciudad
no sería un crepúsculo que mirarías luego desde los extramuros
pero tu alma no es un crepúsculo y aunque todos los días
tratas de contemplarlo sabes que el alma anda por alguna parte
así como el invierno o mejor dicho como una mujer
tomando pastillas en invierno y que te quiere


¿Quién no ha matado a su dios?
yo lo maté tantas veces que no recuerdo - antes de eso lo busqué
por la ciudad infinita sobre todo en las noches
cuando miraba el paisaje infinito descubría bocas manos abiertas
poros vacíos cargué mi cuerpo hasta dar con el amanecer
luego me senté en una plaza vacía: un sol aparecía y desaparecía
si algo se mueve – pensé – no es por algún motivo en especial
pero dicho movimiento nos crea una sensación: surge la necesidad
lo divino se convierte en otro cuerpo


En sí Peter Pan caminaba por paredes meadas
abiertos los burdeles rotos los poemas de los suicidas
su mar se fundía bajo el sol
un ave cruzaba el horizonte de edificios
siluetas de borrachos en los umbrales de los bares
el ave defecaba un corazón medía la altura del cielo con su pico
conectado a la nada tras la tempestad de una rosa
decía adiós a la luz primera del presagio
el sueño compraba un cigarrillo en la puerta de una iglesia
los cadáveres de quinientos años atrás daban sus cantos
a todo lo vahído: del cielo colgaba el agua de un amor
Peter Pan se colgaba de esa palabra absurda
hasta que de pronto ya solo lo habitó el silencio


Yo escribiré en el suelo de Lima un poema que no tenga final
que el principio sea el parachoque de un carro
en marcha y las nubes que a veces suelen llegar
se queden atrapadas en los árboles
para que los niños que circulen por el poema
se escondan de los castigos
ah la soledad una canción de Lou Reed
que se oye de un carrito de plástico que pasa
un niño atrapado en su juego lento como fluido de nieve
una pandereta la cascada de lágrimas y la basura más allá
la basura humana muriéndose por dinero
todos los crepúsculos los he visto
todos los caminos de la tarde los recorrí de mañana
por eso ahora tengo tiempo para escribir
bajo cuatrocientas estrellas visibles
y una en especial que se llama Rimbaud


Ella me regaló por estas fechas hace años
un libro de Kavafis
Poemas un conjunto de todos sus poemas
ahora he vuelto a leer lo que ella escribió para mí
en la primera página
lo del amor tiene el carácter fortuito de un presente claro
ella lo escribió para que después no vaya yo a olvidar
que me amaba
el pobre Kavafis abría cavado una fosa en el piso
de su habitación ello para colgarse del techo
y no tener un piso tan cercano
ella me quería / hacía todo lo posible por verme
aguantó todo lo que una muchacha enamorada
pudo soportar para mantener su amor erguido como una flor
viajando en un bus en la ruta larga del infinito
yo ahora leo lo que escribió Kavafis
la espera es un símbolo desesperado


“Yo creía en el arte de Van Gogh
en la poesía de Rimbaud
en la locura de Nietzsche
en la belleza de Beatrice
yo creía que iba a vivir para siempre
que sería eterno como un crepúsculo
en la borrachera de la noche
aterrizaba en el Cabo Blanco y soñaba bajo un árbol
que me cuidaba de la garúa abandonada
las inmensas estrellas tenían la forma de un gran poto
la quimera era el hueco en mi pantalón
yo creía en un cambio social
amanecía en la celeste brisa
mirada desde el interior de la nada
unas aves deambulaban por el cielo más triste del mundo
el bar próximo estaba a dos cuadras
había en su interior la mitad de mi camino
y la huida del alma fuera de los desagües
el ser se confunde con la necesidad de ser
sacaba la cabeza por los ladrillos
y el abismo claro afloraba de mentiras casas letreros
¡ten piedad oscuridad de los que solo buscan la luz!
¡ten piedad de los que solo viven para vivir!
un céfiro traía algo de tranquilidad
sobre la palidez de la tierra
una marcha de obreros todo el día
la poesía expulsaba misterios
o eso también creía


Te he esperado en la Filmoteca
en el purgatorio en el fondo de una guitarra de fuego
y te he amado con el ruido de los carros en Wilson
con la luna de los árboles y poemas en los bolsillos
estatuas dormidas en el humo una voz en mi mejilla izquierda
la voz de E. Much cruzando un puente mudo
una multitud que sin saber se entregaba a la muerte
fui a comprar cigarrillos a ojear unos libros rojos
mientras se oía a Mozart en un cielo gris que
como el corazón de Shelley latía más allá de una promesa
veredas húmedas al amanecer
Nietzsche triste y solo como lo imaginé
la noche me llevó a un cuarto oscuro
y las musas bailaron todos mis sueños de invierno



Estaba sentada en la esquina pequeña con sus arrugas
dormitando al lado de sus bolsas
las manos juntas cruzando los dedos
la gente pasaba bajo la noche vacía
apenas la vi quedé paralizado / el lado invisible del universo
radicaba en la indiferencia hacia la anciana
ella con su mandil sucio sus zapatillas rotas de niña
sus cabellos blancos que salían del gorro
mientras la gente mataba y moría
vivía entre los carros en ese atolladero del semáforo
yo me enfrentaba y me aniquilaba
las casas se descascaraban en cámara lenta
en el ángulo obtuso entre el cielo y el infierno
quinientos diez dicotiledones como versos de ningún poeta
encontraban sus respectivos corazones arriba en las estrellas
la anciana miraba la avenida y dormitaba
así fue que vi a dios



Miguel Ildefonso. Nació en Apolo, Lima, en 1970. A lo largo de veinte años ha escrito una sola obra que comprende libros de poesía y de narrativa. Los de poesía son: Vestigios, Canciones de un bar en la frontera, Las ciudades fantasmas, M.D.I.H., Heautontimoroumenos, Los desmoronamientos sinfónicos, Travesías (inédito) e Himnos (que aquí va a sus manos, lector). Los de narrativa son: El Paso, Hotel Lima y El viaje de Camilo (inédito). Ha obtenido premios como El Copé de Oro de Poesía, el Premio de Poesía “Luces de Bohemia” de El Paso University, el Concurso de Cuento de la Asociación Peruano Japonesa y el Concurso de Cuento Afredo Bryce Echenique. Ha vivido en Estados Unidos, y ha viajado por Chile, Argentina, Alemania y Francia.

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