MULTITUDINARIO VERBO
Sobre Airado verbo (Sol negro editores, 2008) de Juan José Soto
Por: Johnny Barbieri
En “Airado Verbo”, cuarto poemario de Juan José soto, se observa primero la pretensión por una construcción verbal que sea poética en todo su sentido. La palabra pareciera estar contenida en esa lucha por crear denotaciones cada vez más significativas.
Los poemas que se presentan construidos bajo la estructura de la lírica moderna, presentan cierto aire de hermetismo que por momentos se hace ininteligible, pero configuran cuerpos que ganan a la contemplación del lector. Siguiendo sus libros anteriores, sobre todo Palabra sobre los abismos, Soto, se ha avocado a hurgar en la palabra esa intención de decir más de lo que se insinúa, busca sugerir, suscitar desde la palabra misma sin que ella sea doblegada por una mecánica superposición de ornamentos retóricos, sino por ese amor a las mismas palabras que debe tener todo gran creador, y es así como lo vemos en este su nuevo poemario.
En la primera sección de este libro, Multitudinario espejo de sombras, se presenta dos ideas concretas, por un lado la representación de abundancia y continuidad, que por momentos parece llevarnos a un estado de fertilización inagotable de imágenes, que como frente a un espejo se están repitiendo intencionadamente y, por otro lado, la representación de lo oscuro que se expresa a través de sombras, muertes, caos, noches, silencios, abismos, exilios, etc, no con un sentido de auto destrucción, sino de un estado de paso hacia la luz o mas bien del paso hacia la voz más airada, “Multitudinario espejo de sombras / de vacío rostro / de muelle exhausto / de quieta roca / que conturba la mirada”.
La segunda sección, que le da nombre al libro, Airado verbo, pareciera un bloque de encendida palabra, la pretensión estética más acuciosa, el verbo es una antorcha, al menos pretende serla, que le da iluminación a esa continuidad de sombras que se ha planteado en la primera parte del libro. Pero esta iluminación es hecha a destellos, a dentelladas, a golpes, a rupturas; se pretende quebrar el verbo que hasta ese momento se ha venido complaciente en todo sentido: Ardiente voz de hoguera / airado verbo / turbada sangre o en horda abatida por el golpe de un verso / aunque luego acometan / Rayos escondidos entre los árboles / los ojos grandes de la furia / la muerte rozagante a gritos.
El poeta ha logrado, a estas alturas, un constructo que sólo es concebido como relación de continuidad progresiva: de la oscuridad a la luz, del ornamento a la consistencia, de la aflicción a lo exultante, de la voz evadida al airado verbo.
La tercera y última parte, Galope de tormentas, que consta apenas de tres poemas, pareciera que la intención del autor es galopar, efectivamente, sobre esa anchurosa extensión que es la palabra revestido, en este caso, de un verbo enfurecido, pero sin embargo aquel galope que se presupone desbocado, encabritado logra un trote de lo más contemplativo y gustoso a la vista. El amor atenúa la fuerza impetuosa y lo vuelve más encarnecida, incluso diría yo, más vital. El poema XVII es el más representativo, hubiéramos deseado otros poemas bajo este mismo formato, quizás estaríamos hablando de una tercera parte que no sea ni sombra multitudinaria, ni luz enceguecedora, sino verbo rozagante, pleno en el sentido completo de la palabra. Aun así, Soto, logra concretar un tercer momento del libro que es más carne que verbo enrarecido: Nora / impetuoso latido del amanecer / que seduce la integridad de la noche / coges la raíz invicta del viento y sus formas / entre manos de malvas de luceros / agitas la quietud de los recodos / y la sangre imperturbable del guerrero.
Juan José Soto, con este poemario, afirma aquella búsqueda apasionada, de los poetas del 90, por desarrollar un lenguaje libre de coloquialismos insulsos; ese hallar la esencia de la poesía en lo más profundo de uno mismo. Teniendo en cuenta las palabras de Paz: “A estas alturas, después de más de dos milenios de especulaciones estéticas, de Aristóteles a Heidegger, padecemos una suerte de mareo filosófico y nadie sabe ya a ciencia cierta qué significa realmente la poesía”. Lo que gana en este libro es esa imperturbable búsqueda, que brota de lo más hondo como los latidos y que aún cerrados los ojos reconocemos la magia del verbo, que Soto lo tiene muy claro, ese verbo que sólo es concebido como poesía.
Sobre Airado verbo (Sol negro editores, 2008) de Juan José Soto
Por: Johnny Barbieri
En “Airado Verbo”, cuarto poemario de Juan José soto, se observa primero la pretensión por una construcción verbal que sea poética en todo su sentido. La palabra pareciera estar contenida en esa lucha por crear denotaciones cada vez más significativas.
Los poemas que se presentan construidos bajo la estructura de la lírica moderna, presentan cierto aire de hermetismo que por momentos se hace ininteligible, pero configuran cuerpos que ganan a la contemplación del lector. Siguiendo sus libros anteriores, sobre todo Palabra sobre los abismos, Soto, se ha avocado a hurgar en la palabra esa intención de decir más de lo que se insinúa, busca sugerir, suscitar desde la palabra misma sin que ella sea doblegada por una mecánica superposición de ornamentos retóricos, sino por ese amor a las mismas palabras que debe tener todo gran creador, y es así como lo vemos en este su nuevo poemario.
En la primera sección de este libro, Multitudinario espejo de sombras, se presenta dos ideas concretas, por un lado la representación de abundancia y continuidad, que por momentos parece llevarnos a un estado de fertilización inagotable de imágenes, que como frente a un espejo se están repitiendo intencionadamente y, por otro lado, la representación de lo oscuro que se expresa a través de sombras, muertes, caos, noches, silencios, abismos, exilios, etc, no con un sentido de auto destrucción, sino de un estado de paso hacia la luz o mas bien del paso hacia la voz más airada, “Multitudinario espejo de sombras / de vacío rostro / de muelle exhausto / de quieta roca / que conturba la mirada”.
La segunda sección, que le da nombre al libro, Airado verbo, pareciera un bloque de encendida palabra, la pretensión estética más acuciosa, el verbo es una antorcha, al menos pretende serla, que le da iluminación a esa continuidad de sombras que se ha planteado en la primera parte del libro. Pero esta iluminación es hecha a destellos, a dentelladas, a golpes, a rupturas; se pretende quebrar el verbo que hasta ese momento se ha venido complaciente en todo sentido: Ardiente voz de hoguera / airado verbo / turbada sangre o en horda abatida por el golpe de un verso / aunque luego acometan / Rayos escondidos entre los árboles / los ojos grandes de la furia / la muerte rozagante a gritos.
El poeta ha logrado, a estas alturas, un constructo que sólo es concebido como relación de continuidad progresiva: de la oscuridad a la luz, del ornamento a la consistencia, de la aflicción a lo exultante, de la voz evadida al airado verbo.
La tercera y última parte, Galope de tormentas, que consta apenas de tres poemas, pareciera que la intención del autor es galopar, efectivamente, sobre esa anchurosa extensión que es la palabra revestido, en este caso, de un verbo enfurecido, pero sin embargo aquel galope que se presupone desbocado, encabritado logra un trote de lo más contemplativo y gustoso a la vista. El amor atenúa la fuerza impetuosa y lo vuelve más encarnecida, incluso diría yo, más vital. El poema XVII es el más representativo, hubiéramos deseado otros poemas bajo este mismo formato, quizás estaríamos hablando de una tercera parte que no sea ni sombra multitudinaria, ni luz enceguecedora, sino verbo rozagante, pleno en el sentido completo de la palabra. Aun así, Soto, logra concretar un tercer momento del libro que es más carne que verbo enrarecido: Nora / impetuoso latido del amanecer / que seduce la integridad de la noche / coges la raíz invicta del viento y sus formas / entre manos de malvas de luceros / agitas la quietud de los recodos / y la sangre imperturbable del guerrero.
Juan José Soto, con este poemario, afirma aquella búsqueda apasionada, de los poetas del 90, por desarrollar un lenguaje libre de coloquialismos insulsos; ese hallar la esencia de la poesía en lo más profundo de uno mismo. Teniendo en cuenta las palabras de Paz: “A estas alturas, después de más de dos milenios de especulaciones estéticas, de Aristóteles a Heidegger, padecemos una suerte de mareo filosófico y nadie sabe ya a ciencia cierta qué significa realmente la poesía”. Lo que gana en este libro es esa imperturbable búsqueda, que brota de lo más hondo como los latidos y que aún cerrados los ojos reconocemos la magia del verbo, que Soto lo tiene muy claro, ese verbo que sólo es concebido como poesía.
Johnny Barbieri
Lima, setiembre de 2008
(Texto leído en la presentación del poemario “Airado verbo” de Juan José Soto, en el Centro Cultural CAFAE-SE "José María Arguedas, Lima, el día 4 de setiembre de 2008)
Lima, setiembre de 2008
(Texto leído en la presentación del poemario “Airado verbo” de Juan José Soto, en el Centro Cultural CAFAE-SE "José María Arguedas, Lima, el día 4 de setiembre de 2008)
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