TRAS LAS HUELLAS DEL POETA
Por: Johnny Barbieri
El auto por la AV O’Hoggins abría un panorama de lo más imprevisible, una ciudad amurallada por la modernidad se extendía hasta ocuparlo todo. Llegamos al hotel Londres, algunos poetas reunidos nos dieron la bienvenida. La primera partida era a La Chascona, la casa de Neruda en Santiago. Ahí llegaron los primeros versos, las primeras amistades, luego el primer café en el “Off The Record”, dos chicas venezolanas en el estrado cantando y bailando, la noche parecía larga quisimos anticipar sus pasos.
Al día siguiente, separados del grupo, exploramos las entrañas de Santiago, nos pereció más carnal, más nuestro, al monstruo había que conocerlo por dentro. Así lo hicimos, entonces nos sentimos preparados para lo que vendría. Y vino La Sebastiana, segunda casa de Neruda, esta vez en Valparaíso, nuevas lecturas, más amistades, un boliviano tocando por primera vez el mar, “los baluartes del agua se doblaron / y el mar desmoronó sin derramarse…” había dicho Neruda, y todos lo sentimos así. Luego vino Viña del mar, un poema a la muerte de mi madre, luego la noche, luego una pizza en casa de Luis Arias tras una historia oscura de ejecuciones que se fue borrando en la voz de Emilie.
Al cuarto día fuimos a la tumba de Huidobro, una tumba que dejamos coronarse de cierta redención que sólo era posible en la palabra, en esa libertad de la imagen, libertad total de creación. Leímos algunos poemas y enrumbamos a Isla negra. La casa de Neruda en Isla negra fue fastuosa, a Stella le pareció la casa de un magnate, toda ella tenía un gusto exquisito, cada detalle exótico, cósmico, terrenal. La vista al mar espléndido. Afuera La campana, el bote, el ancla y la tumba junto a su Matilde, “No estés lejos de mí un solo día”, y estaban ahí unidos, más que en la muerte, en la eternidad. La tarde caía, el mar botaba espuma. La última visita, que para nosotros cerraba el círculo, fue al poeta Nicanor Parra.
Las cruces. La casa del poeta se abría con una inscripción en spray sobre su puerta: antipoesía. La rodeamos. Por cuestiones de inmanencia – así quiero llamarlo - sólo algunos logramos ingresar. Nos recibió con un trabajo práctico de sutil negación, un artículo titulado “La biografía que desenmascara a Neruda”. La casa había sido dejada con todas las puertas abiertas, sin restricciones, negando a la casa de Isla negra. Cada rincón presentaba una alegoría de poeticidad tremenda, así lo leímos algunos. Era un libro abierto de antipoesía, lleno de humor e ironía que nos fue consumiendo hasta poseernos. En el hotel, aquella noche, Leoncio y Yo nos embriagamos en poesía y más poesía (algún día seguro colgará algún video).
Finalmente el quinto día presentamos la antología de Noble Katerba en la Biblioteca Nacional de Chile y leímos en el Palacio La Moneda, en el lugar donde murió Salvador Allende, que energía nos ocupó el cuerpo.
Llegada la noche el auto por la AV O’Hoggins cerraba un panorama ya no de modernidad sino de amor, de fraternidad y hermandad. No sólo nos colmamos de poesía sino de cada uno de nuestros amigos poetas que, estoy demasiado seguro, llevaremos en el corazón por siempre.
1 comentario:
Habla mi corazón..
Descubrí los senderos de Chile como aprendí a beber del pecho de mi madre. Alimentando mi alma sus paisajes increíbles y coloridos , anidando en mi retina. Sintiendo mi sangre correr con la de mis hermanos poetas , palpite un río de versos . Si debiera decir lo que más quedó sellado en mi, es la imagen de aquellos campesinos en el patio guajiro , puros como la tierra misma , como el manantial que nace en los andes. Su canto y sus manos arrancando notas en un patio de verdes y de simpleza, con hospitalidad, generosidad y corazón abierto. Confieso que allí sentí la bondad que sólo brota de los hombres más humildes y ricos de corazón como ellos.
Melipilla y su patio Guajiro, lejos de lo mercantil , sin contaminación financiera ni especulaciones . Allí viví lo mejor de este maravilloso encuentro de poetas.
stella maris taboro
REP.ARGENTINA
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