“Con usura ningún hombre tiene una casa de buena piedra”
Ezra Pound
EL TIO EZRA TENIA RAZON
El tío Ezra tenía razón:
no se puede construír una casa
con usura
ni un país
ni una calle cualquiera
que nos lleve a los labios
tibios del amor.
Mucho menos se puede respirar
con usura
o andar ligero de ropa
por el aire.
No se puede mirar al cielo
con usura
no se puede contemplar
las olas rompiendo
en los espigones
de la infancia,
ni temblar de alegría
con el trinar amarillo
de un pájaro,
no se puede respirar este aire
frío ni tocar la nieve
ni sentarse una tarde
de otoño sobre la falda
del atardecer
y contarle al hijo
que el viento ahora
se ha escondido
entre la cabellera revuelta
de aquel árbol
y que las estrellas
son lámparas que encienden
los duendes en el cielo.
Con usura no se puede
respirar,
ni acariciar, ni sentir
en el pecho, justo
a ras de piel,
el latido del alba
tan pequeña y tibia
asomando en las ventanas,
en los pliegues diminutos de tu cuarto.
El tío Ezra tenía razón:
no se puede construir una casa
con usura
ni un cielo ni una bandera
ni unos ojos que miren
ni unos ojos que al mirar
vislumbren
aunque sea por instantes,
el expectante rostro
del futuro.
PROCEDIMIENTOS
Según andan las cosas
todo va de mal en peor.
Esto es: a cuánto se cotiza
en el mercado del aire
la pluma de ángel,
el mercurio, la soda cáustica
con que sepultan a los ríos.
La tierra tiembla a las siete
menos cuarto, quince minutos
antes que el jefe
de rienda suelta al subalterno
y comience a enloquecer de hastío
en las autopistas obstruidas
donde la luna parpadea atónita
por las consecuencias nefastas
del bajísimo salario.
Qué dirán los industriales
con almidón en las solapas
cuando los teléfonos
enloquezcan a la media noche
porque las uvas
se han petrificado al unísono
en los parrales del mundo
y las acciones en la bolsa
se han convertido
en polvo de estrellas.
PARAFERNALIA
Esta mañana no me he
puesto las orejas
sin embargo
me aturde el mundo,
su multitud de sillas
maniatadas
sus colapsos en la bolsa
ese chirriar de dientes
entre zapatos nuevos
y billetes.
Pienso, con insistencia de toro:
¿De qué lado de la vida
quedó la vida?
La piel de leopardo
se cotiza en el mercado
al precio de un diamante.
Por el tobogán de fuego
se deslizan los besos apasionados
de los amantes
cayendo en desventaja sideral
con los días fríos que deambulan
sin patria
por las ciudades crispadas
repletas de escombro.
Ya nadie silba por las calles.
Y parece vergonzoso añorar
el cielo azul en calma
el sonido amarillo del trigo
el movimiento del agua
en círculos perfectos
cuando una piedra
es lanzada por un niño
desde la ventana iluminada de su cuarto.
La paloma que regresa
a la mesa puesta
trae en su pico ensangrentado
una cachetada del mundo.
Cómo puedo saber de qué lado
vendrá la muerte.
“He aquí el mar
el mar donde viene a estrellarse
el olor de las ciudades”
V. Huidobro
EL NACIMIENTO DE LA LUNA
Es negro el cielo
y las camisas
tendidas de un alambre
se arruinan
con este malestar
de pompas fúnebres.
En esta mañana inverosímil
(la mitad del cielo
llora a mares, en la otra
cantan dos soles, como jilgueros)
subo un escalón
me reincorporo.
Pesa en mi bolsillo izquierdo
un castor
y respira, debajo de mis ojos
una mañana limpia
de espaldas al alquitrán
derramado en los estuarios.
Me recompongo mirando el mar
partido como tengo el cuerpo
en siete partes desiguales.
La luna se pasea nerviosa
fumando por los pasillos
del océano.
Las ciudades de amianto
resplandecen como cirios
en las manos crispadas
de los muertos.
Y yo espero.
Rodolfo Dadá (Costa Rica), Johnny Barbieri (Perú), Jorge Palma (Uruguay), Mariana Pérez (Cuba) y Cristobal Garcés (Ecuador)Ezra Pound
EL TIO EZRA TENIA RAZON
El tío Ezra tenía razón:
no se puede construír una casa
con usura
ni un país
ni una calle cualquiera
que nos lleve a los labios
tibios del amor.
Mucho menos se puede respirar
con usura
o andar ligero de ropa
por el aire.
No se puede mirar al cielo
con usura
no se puede contemplar
las olas rompiendo
en los espigones
de la infancia,
ni temblar de alegría
con el trinar amarillo
de un pájaro,
no se puede respirar este aire
frío ni tocar la nieve
ni sentarse una tarde
de otoño sobre la falda
del atardecer
y contarle al hijo
que el viento ahora
se ha escondido
entre la cabellera revuelta
de aquel árbol
y que las estrellas
son lámparas que encienden
los duendes en el cielo.
Con usura no se puede
respirar,
ni acariciar, ni sentir
en el pecho, justo
a ras de piel,
el latido del alba
tan pequeña y tibia
asomando en las ventanas,
en los pliegues diminutos de tu cuarto.
El tío Ezra tenía razón:
no se puede construir una casa
con usura
ni un cielo ni una bandera
ni unos ojos que miren
ni unos ojos que al mirar
vislumbren
aunque sea por instantes,
el expectante rostro
del futuro.
PROCEDIMIENTOS
Según andan las cosas
todo va de mal en peor.
Esto es: a cuánto se cotiza
en el mercado del aire
la pluma de ángel,
el mercurio, la soda cáustica
con que sepultan a los ríos.
La tierra tiembla a las siete
menos cuarto, quince minutos
antes que el jefe
de rienda suelta al subalterno
y comience a enloquecer de hastío
en las autopistas obstruidas
donde la luna parpadea atónita
por las consecuencias nefastas
del bajísimo salario.
Qué dirán los industriales
con almidón en las solapas
cuando los teléfonos
enloquezcan a la media noche
porque las uvas
se han petrificado al unísono
en los parrales del mundo
y las acciones en la bolsa
se han convertido
en polvo de estrellas.
PARAFERNALIA
Esta mañana no me he
puesto las orejas
sin embargo
me aturde el mundo,
su multitud de sillas
maniatadas
sus colapsos en la bolsa
ese chirriar de dientes
entre zapatos nuevos
y billetes.
Pienso, con insistencia de toro:
¿De qué lado de la vida
quedó la vida?
La piel de leopardo
se cotiza en el mercado
al precio de un diamante.
Por el tobogán de fuego
se deslizan los besos apasionados
de los amantes
cayendo en desventaja sideral
con los días fríos que deambulan
sin patria
por las ciudades crispadas
repletas de escombro.
Ya nadie silba por las calles.
Y parece vergonzoso añorar
el cielo azul en calma
el sonido amarillo del trigo
el movimiento del agua
en círculos perfectos
cuando una piedra
es lanzada por un niño
desde la ventana iluminada de su cuarto.
La paloma que regresa
a la mesa puesta
trae en su pico ensangrentado
una cachetada del mundo.
Cómo puedo saber de qué lado
vendrá la muerte.
“He aquí el mar
el mar donde viene a estrellarse
el olor de las ciudades”
V. Huidobro
EL NACIMIENTO DE LA LUNA
Es negro el cielo
y las camisas
tendidas de un alambre
se arruinan
con este malestar
de pompas fúnebres.
En esta mañana inverosímil
(la mitad del cielo
llora a mares, en la otra
cantan dos soles, como jilgueros)
subo un escalón
me reincorporo.
Pesa en mi bolsillo izquierdo
un castor
y respira, debajo de mis ojos
una mañana limpia
de espaldas al alquitrán
derramado en los estuarios.
Me recompongo mirando el mar
partido como tengo el cuerpo
en siete partes desiguales.
La luna se pasea nerviosa
fumando por los pasillos
del océano.
Las ciudades de amianto
resplandecen como cirios
en las manos crispadas
de los muertos.
Y yo espero.
Jorge Palma nació en Montevideo, Uruguay, el 24 de Abril de 1961. En poesía ha publicado “Entre el viento y la sombra” (Banda Oriental, 1989), “El olvido” (Ediciones Trilce, 1990), “La vía láctea” (Ediciones Trilce, 2006). “La destrucción de la sangre” fue incluída en la antología Aldea Poética (selección de poesía inédita de 29 países, Editorial Opera Prima, Madrid, 1997). Poemas suyos fueron publicados por la revista virtual Letralia de Venezuela en el año 2000. También es autor de un libro de cuentos, “Paraísos artificiales” (Ediciones Trilce, 1990) “Alguien respira en la sombra” integró la antología “La cara oculta de la luna”, Narradores jóvenes del Uruguay (Linardi Risso, 1996). En el año 2007, publica el libro de poesía “Lugar de las utopías.
2 comentarios:
tan buenos los poemas, johny, un saludo desde chimbote.
Hola, Johny Barbieri. En la foto hay un error (no es tu culpa)con mi nombre. En el programa escribieron Mariana Torres, yo soy Pérez. La Torres es otra poeta cubana.
Saludo a Jorge desde aquí, sus poemas son magníficos.
Feliz Navidad y año nuevo,
Mariana Enriqueta Pérez
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