madre no eres tú quien
tambalea por los años
madre no eres tú quien
tambalea por los años
no eres tú quien cansada
de insomnios rompe la mañana
perdona los enrevesados caminos
de mis trenzas
(perdona
la tristeza)
tantos años de cautiverio
madre
cientos de
lucha imparable
quebrantando las reglas del desierto
lidiando dardos de la muerte
pintaré mi espalda tatuaré mis pies
mi mandíbula Tatuaré mi
diestra y mi siniestra
tatuaré las avenidas
con innumerables
signos silenciosos y
bullentes
tatuaré los malos tiempos
el aniversario de la guerra
tatuaré las profundidades de la tierra
en mi pequeño sistema solar
II
cierro los ojos y giro
la cabeza a la derecha a la
izquierda ahora lo hago arriba y hacia
abajo Me miro en el espejo de mi hija y
mi madre complacida de mover los tobillos el tronco las rodillas de respirar por un momento alejadas del
torbellino diario Es sorprendente
ver a mi hija y mi madre
reencontradas con sus cuerpos La madre abuela moviendo los brazos los
puños el hablar generoso de su cuerpo
tembloroso a pesar de
los vaivenes
del espejo
grafiti
como en cualquier parte del
mundo bambolean atuendos en el aire
haz de niebla se lleva la esperanza
un perrito lanudo acompaña a muchacho veinteañero escriben un inmenso grafiti:: “juanlu fuga” se divisa con letras
negras la pared roja y taciturna camina
en zapatillas blancas el semáforo no
se prende si no para contar los aires hoy risueños de sus pasos muchachas y muchachos púberes arropadxs en
clásicos jeans conversan animadxs y sus encendedores abrigan la mañana mientras tanto a pasos agigantados quisiera
correr la arboleda temerosa de la
bacteria asiática que ha atacado a las
palmeras azul es la cancha de
fútbol por la que circulan miles de
escarabajos con una espectacular mochila al hombro me empino y veo germinar las ramas de
florecillas sonrosadas algarabía de
voces infantiles en la escuelita las salinas
mi corazón se hace de sal al imaginarte jugando en la sala de casa que
está al otro lado del atlántico en
ventanales milenarios.
: hoy es una mañana menos fría en esta ciudad
fantasmal
II
me alisto a comprar el
diario en el kiosko de la esquina me sorprende la sonoridad de los autos la sonrosada lluvia de temblores el llanto y las palabras de una niña en un
idioma distinto al mío que comprende mis
apresurados gestos la madre subsahariana
con un pañuelo turquesa sobre el cabello suavemente ensortijado pasa vertiginosa con su bebé entre los brazos y otro en el coche azul de la mañana
puerto de palos
más allá de
melocotones y lenguas cebollita
revuelta
otra vez entre las nubes
me detengo a mirar la
mañana
de esta ciudad
mortecina
no hay tiempo que
perder
:: limpiar el piso la chimenea y la nevera
absurda circunstancia
que engalana los ropajes de nieve
el vaivén de los enebros calma
la saudade
allí van las carabelas navegando hacia el atlántico
allí va el hijo de tejedores genoveses
llovía a cántaros ayer como llueve
hoy mi inquietud a borbotones,
mar en calma apacigua el
dolor de los caminos
la imagen es la misma?
retomo el rumbo
¿lo animó la aventura? ¿el amor? ¿la santa maría? ¿el desamor?
¿las profundidades del
mar y
la memoria? ¿la ventana azul?
¿el organdí?
hijo de tejedores
genoveses guadalquivir
y sus bicicletas
invernales
II
me levanto temprano para
sacar el polvo a las ventanas
me empino y subo la
escobilla una y otra vez quito manchas a diario,
las quito también de
mis sueños y mi rostro
movimientos sucesivos
hasta lograr la calidez perfecta que
gusta a medio mundo
vuelvo por la
escoba el estropajo y la marcha nupcial
sacudo la estatuilla de
la muerte
mirar argentado me lleva más allá
del horizonte
se nublan los ojos lampedusa
mar rojo como el gibraltar
III
ahora canto y muevo los
labios en actitud imperfecta
recuerdo mi sueño era
una comarca desguarnecida
un pensamiento solitario
un cronopio olvidado en
el patio de la casa un transeúnte
desconocido que rompió
el silencio de la noche
los cuerpos subyugados
no descansan en paz la mañana
se viste de indignación perfecta un
abrigo una ilusión
en la vera del camino
sucesivas llamadas telefónicas
bolaño y los perros románticos no conocen
los cantos que acompañan
los campos de mis pasos
un niño en gorée
Ahora tú y yo juntos
hemos de
remontar el río de la muerte
Mariela Dreyfus
dónde estooooy maaa
¿dónde estoy?
ma lleva puestos los
pendientes que me apasionan masticar
cuando los tengo entre
mis manos
me gusta el pañuelo azul
que hoy recoge sus cabellos
pero más me gusta que me
lleve a bordo
gozo bizqueo cada vez que alguien se aproxima
y me da una palmadita en
la cabeza
entonces me apretujo más
a su cintura
cuando todo pasa me
detengo a ver los colores que despliega
cada paso y siento
cosquillas en los pies,
entonces engullo un
arroz un cangrejo un alfil
engullo la ciudad entera
el estaño la nuez
engullo engullo todo lo que puedo
para más tarde arrojarlo
en las letrinas
en los párpados en las sillas
en los acantilados
en el vientre del
atlántico
Carolina O. Fernández es autora de Un gato negro
me hace un guiño (2006), Una vela encendida en el desierto (2000),
Cuando la luna cree (1996). A tientas (2016)
fue finalista en el premio Copé de poesía 2015, primer premio
de los Viernes Literarios. Sobre discurso, cultura, imaginarios sociales, género y poder ha
publicado: Procesos de descolonización del imaginario y del
conocimiento en América Latina (2004), Poéticas
afroindoamericanas. Episteme, cuerpo y territorio (2014); La
letra y los cuerpos subyugados. Heterogeneidad colonialidad y subalternidad (1999).
Ha publicado en diversas revistas de la región. Estudió sociología en la
UNMSM, maestría en Letras en la UASB, de Quito Ecuador, maestría en género en
la Universidad de Huelva, España. Es
profesora e investigadora de la UNMSM.
3 comentarios:
hermoso y extraordinario poema
hermoso y extraordinario poema...me dejó sin palabras
solo tienes un poema
no tienes "poemas"
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