Mario Vargas Llosa y Patricia Llosa
Página 265 del libro Lo que Varguitas no dijo, (1983) "pienso que si ahora se presentara una situación parecida en su matrimonio, no creo que su mujer actual (Patricia Llosa hasta este pasado miércoles) –sin ofenderla a ella- actuaría como lo hice yo, sin pensar en sí misma, sino en la persona que se ama. Dejar las puertas abiertas para que él busque otro camino, el que quiera seguir. Sin trampas, con juego limpio".
Es la voz, ya desde el más allá, de Julia Urquidi Illanes (1926-2010) primera esposa de Mario Vargas Llosa. La segunda esposa, Patricia, esta semana ha intercambiado papeles con Julia, la traicionada hace más de 40 años. En este nuevo culebrón el papel de Patricia será interpretado por Isabel Preysler.
Lo que Varguitas no dijo, escrito en los años 80 por Urquidi, es casi una confesión judicial, telenovela flashback detallista, sobre los nueve años de convivencia con el Nobel de Literatura en un "pozo de basura, mentira y engaños". Muchas escenas dramáticas, cartas y más cartas, porque el silencio llegó a ensordecer la relación. Recuerda la autora con amargura que en los primeros meses de amor furtivo: "Íbamos al Negro-Negro una boîte pequeña y oscura donde nos sentíamos protegidos de las miradas de la familia. Había una orquesta de mujeres. En un principio les pedía que tocaran el vals "Engañada". Siempre que les veían entrar tocaban esa canción sin necesidad de hacer la petición.
La historia íntima de Mario Vargas Llosa es familiar, no para la que escribe, sino para él. Con 19 años se casó en secreto con la hermana de su tía Olga, o sea su tía política, Julia, que tenía 29, y que acababa de divorciarse. Se conocieron el verano de 1955, Mario vestía "un pantalón gris, camisa blanca sport y una chompa también gris, muy estilo Corín Tellado" y era "un hombre de personalidad definida y gran madurez". No había terminado la universidad. El resplandor en la hierba, las largas charlas de literatura y la propicia y agradable oscuridad del cine encendió un amor de película que devino en road movie destartalada. Los enamorados, el chaval y la mujerona, huyeron una noche para buscar un alcalde que los uniera con su firma. Acompañados de un amigo llamado Javier llegaron a Chincha. Fueron a buscar al primer edil, le sacaron de un almuerzo borracho y se negó. Le pareció extraña la pareja "y eso que Varguitas se puso dos años más". Durante dos días estuvieron buscando autoridad casamentera hasta que por fin pescaron a un alcalde, de profesión pescador, en un pueblito llamado Grocio Prado. Mientras regresaba de la mar, Julia suplicaba a la Santa del lugar Melchorcita. Sin otro remedio, para completar la plantilla tomaron como segundo testigo a un vecino del pueblo que se le metió en la cabeza ir a buscar vino para el brindis. El sabor del fino caldo fue avinagrado. Celebraron el casamiento más tarde tomando unas Coca-Colas.
Después regresaron a Lima y la familia les separó. Tu aquí y ella a Chile. El mayor obstáculo fue el padre de Varguitas que amenazó con pegar un tiro a Julia si regresaba. Llegó a denunciar a su hijo a la policía para evitar que huyeran del país.
Cuenta Julia Urquidi que costó que aceptaran la diferencia de edad de ambos. Una monja "metete" les soltó en público: "Oye, ¿ese muchachito tan buenmozo que te tiene abrazada es tu hermano menor?". Respondió ella: "No, madre, no sé qué le habrán dicho, pero es mi marido". La muy "metete" soltó "desabrida": "Vamos, vamos, que no estoy para bromas".
París: un camaleón llamado Patricia
Una vez que Mario acabó la carrera y leyó su tesis de Filosofía y Letras dio el salto a Europa con una beca. Primero Madrid y definitivamente París, donde trabajó de periodista muchos años.
La pareja alquiló un apartamento y acogió a las sobrinas de Julia, y primas-hermanas de Mario, que iban a estudiar a la Sorbona. La primera en llegar, Wanda, murió años más tarde, ya en edad casamentera, en un accidente aéreo. Antes de partir le dijo a su querida tía Julia que su hermana, Patricia, la tercera protagonista de esta historia, debía abandonar la casa cuanto antes. ¿Qué había visito Wanda? Seguramente lo mismo que la portera de la casa donde vivían los Vargas Llosa. Haciendo honor a su nombre, le advirtió a Julia que Mario y Patricia se besaban en las escaleras.
Patricia Llosa llegó a París con 15 años. Julia no quería que residiera con ellos. Pero la joven se instaló. Según cuenta Urquidi, a los pocos meses Mario no disimulaba el cariño que sentía hacia su prima-hermana, diez años más joven que él. Siempre la abrazaba de los hombros, se miraban extasiados e incluso si iban los cuatro al cine se sentaban en filas separadas: delante Julia y Wanda, detrás Mario y Patricia. Durante unas vacaciones en Holanda desaparecieron. "Los tuvimos que esperar más de media hora. Cuando aparecieron estaban tomados de la mano, apenas nos miraron. Siempre pensé que ese fue el día decisivo en la vida de los tres, que fue allí en Holanda, donde Mario le confesó su amor a Patricia"... "Desde ese día comencé a vivir el infierno más atroz de mi vida".
Según su primera esposa, Varguitas tenía arranques violentos, y no se podía plantear ni siquiera la sospecha de la infidelidad. "Nunca lo vi tan energúmeno. Me trató de mentirosa, de calumniar a una niña de quince años. Me dijo que mis celos eran paranoicos, que me estaba volviendo loca". El matrimonio empezó a relacionarse sin sonidos, dejándose infinidad de cartas para expresar sus frustrantes sentimientos.
Cuando Mario viajaba mandaba cartas a ambas mujeres a la misma casa. En una ocasión, según el relato de la Urquidi, su hermana Olga, madre de Patricia, quiso que Julia leyera, para probar su francés, una misiva dirigida a su sobrina. Ésta palideció. Respondí: "No hermana, deja ella sabe bien el francés, la carta no es para mi, es para ella, yo soy solo la esposa, ella es la prima preferida". La dolorosa situación de cuernos y celos se arrastró más de un año.
Esta semana ha saltado la relación, al parecer de meses, entre el escritor de La ciudad y los perros e Isabel Preysler. La actual mujer, por lo publicado, ha tenido que representar el papel de su tía, la primera esposa: mantener las apariencias, con fotos de familia realizadas hace pocos días, y callando. En el comunicado familiar la esposa de Vargas Llosa no se sorprendía de la relación, sino de la publicación de las fotos.
El suicidio
Mario Vargas Llosa en una carta le reprocha a su primera esposa que hubiera utilizado el suicidio para retenerle. "Es violencia, la peor de todas, el haberme obligado a continuar contigo con el arma desleal del suicidio". Sobre este asunto, cuenta Julia Urquidi: "Sumergida en esa angustia que no me dejaba pensar con claridad busqué entre los medicamentos que tenía y encontré unas pastillas para dormir. No sé cuantas tomé… Llegado el momento de dejar el hospital, Mario me esperaba afuera: no me dirigió ni una sola palabra de aliento, que me hubiera ayudado a vencer la vergüenza que sentía, mi ansiedad fue vana. Sólo me tomó el brazo con torpeza guiándome a la administración y me dijo: –Entra y pregunta cuánto se debe por tu ridículo chistecito– pagamos y salimos…".
Esta semana la periodista Beatriz Cortázar contaba en Es la Mañana de Federico cómo también Miguel Boyer intentó suicidarse cuando a mediados de los años 80 se comentó la relación de Isabel con Vargas Llosa –se conocieron durante una entrevista–. Isabel se planteó romper con el superministro económico. Luego las dos parejas se hicieron íntimos. Al entierro de Boyer, acudió el matrimonio Vargas Llosa.
El final y el toque dramático, teatral
Es difícil, conseguir este libro que llenó 20 casettes de grabación. En España es imposible y por internet supera los 200 euros. Si lo encuentran vayan a la página 250 donde está la carta definitiva en la que Mario deja a Julia. París, 7 de junio de 1964.
El escritor viajó a Lima con la excusa de documentar su segundo libro, La casa verde. Antes de partir cara a cara le dijo a su mujer: "No tengas miedo, Negrita, nada pasará, quiero que estés tranquila. Por favor Negrita, tú eres y serás mi mujer". Pero por carta confesó: "ha bastado verla (a Patricia) de nuevo un segundo, para confirmar en mi mismo esta evidencia. No quiero a nadie más, no querré nunca a nadie más". Nunca, nunca…
El 30 de mayo de 1964 Julia abandonó París con las uñas rotas. Las había clavado en el muro de cemento, "la mayoría de éstas se voltearon rompiéndose la raíz. La sangre corría por mis manos". En el pick-up dejó puesto el disco La voz humana, de Jean Cocteau grabado por Simone Signoret "con una nota en que solo escribí: Escucha esto por favor". El mensaje musical: "La canción es la historia de una mujer a quien su amante, que ella ama locamente, la abandona para casarse con otra mujer, a través de un monólogo desgarrador; por las palabras de ella se siente la mediocridad de ese hombre". Sus años con Mario fueron los de penurias económicas y estrecheces urbanísticas. Todo por el sueño de la literatura.
Julia le reprocha a Mario poca poca delicadeza y egoísmo. El escritor peruano llegó hasta el punto de pedirle que gestionara en Cochabamba la obtención de la partida de nacimiento de Patricia para poder casarse con ella. "Falta de tacto, abuso de confianza y hasta cinismo me indignaron". A los tres días Julia se lo envió a París. "Solo faltaba que me invitaran al matrimonio, o que me nombraran madrina de la boda. Ellos eran muy capaces de hacerlo".
Varguitas contra los pecadores burgueses
El libro desliza otros affaires con compañeras de trabajo, con una mejicana llamada Pilar, con otra guatemalteca... Dice en una carta de Mario:
"Yo sé muy bien Julia que tus celos y tu amargura todo este tiempo se justificaban ampliamente. No como creías porque yo te engañase cada vez que volvías la espalda, como hacen todos los buenos maridos respetables una vez transcurrida la luna de miel. Yo no soy bueno ni respetable y en nueve años de matrimonio no he practicado nunca ciertas sólidas costumbres burguesas. La única vez que traté de engañarte, por esnobismo adolescente, con una puta elegante del Hotel Napoleón, la experiencia fue tan lamentable que se me enciende la cara al recordarlo".
Desde el año 1971 Urquidi no volvió a ver a sus "queridos sobrinos". La correspondencia de Mario desde Europa continuó. Su temática, económica.
Mario Vargas Llosa le cedió a Julia, para "tranquilizar su conciencia", los derechos de su primer libro, La ciudad y los perros –que Carlos Barral se encargó de liquidar–. Derechos que le retiró enfurecido cuando se publicó Lo que Varguitas no dijo, a pesar de que estaba en la sentencia de divorcio.
En cuanto a la separación de Patricia y Mario, ahora ellos amasan un gran patrimonio. Su contrato matrimonial es de gananciales pero se ha sabido que hace un mes el escritor se hizo administrador único de su Fundación.
La boliviana Julia o la Tía Julia murió en marzo de 2010, con 84 años. Según sus conocidos fue una mujer sociable y carismática, amena, alta y elegante. Parecía una estrella de cine, con el cigarrillo siempre entre los dedos.
Lo que Varguitas no dijo fue su respuesta al libro de su exmarido La tía Julia y el escribidor (1977). Sobre su publicación cuenta: "No han sido pocas las dificultades que he tenido que vencer para que este salga a la luz, desde la amenaza velada –a través de terceras personas– hasta el querer silenciarme con –malas artes– con la compra de originales por una suma que no era de dejar pasar. Hay algo que olvidaron quienes ataron de hacerlo (además de bloquearme varias editoriales): mi conciencia, mi honestidad, reivindicación e integridad de mujer, no están en ventas".
El autor siempre ha confesado su inspiración autobiográfica para su literatura. ¿Cómo se titulará el próximo libro de Vargas Llosa? Isabel y el... Dejamos el hueco para la creatividad colectiva. Pongan la baldosa o el azulejo que falta en este collage.
Fuente: Libertad digital
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