domingo, enero 24, 2010

Los premios son bromas del azar

Felipe Benites Reyes
El escritor gaditano regresa con la reedición de una de sus obras más laureadas, 'Vidas improbables', una galería de poetas inexistentes · La mitad del libro es material nuevo y ha añadido más personajes

El mapa poético de Felipe Benítez Reyes abarca tonalidades y territorios muy diversos. Parece difícil que alguien capaz de escribir versos como "La luna que no da/su cara oscura./ El cadáver en vida del amor/que yace en el amor" perdiera hacia 1995 su voz propia. Tal fue la génesis de uno de sus libros más valorados, Vidas improbables, Premio de la Crítica y Nacional de Literatura que acaba de reeditar Visor con abundante material inédito y personajes nuevos. Una obra donde el autor de El novio del mundo se suma a la fecunda tradición de heterónimos y poetas falsos.
-El libro arranca con Miguel Conde Laffita, un poeta modernista "con tendencia al calaverismo de corte tradicional" y concluye con las rimas metálicas y ardientes del cantor del lumpen catalán Pau Rinkel. ¿Eran voces que usted, según la cita de Antonio Machado que cierra la obra, llevaba realmente dentro?
-Sí y no. Eran registros que creía dominar. De todas formas, sí es cierto que la elección de un modo poético implica la renuncia de otros muchos modos posibles. La elección de una tradición supone la renuncia de otras tradiciones.
-¿Dónde encontró la inspiración para dar vida a estos 16 seres fabulosos: periódicos, libros de historia y literatura, diccionarios de vanguardias como el de Juan Manuel Bonet, compañeros de oficio…?
-Sobre todo en la propia lectura. Podía trabajar con un plan: ahora un modernista, ahora un ultraísta [el latinista Ignacio Conradi], ahora un surrealista [el periodista Manuel Ruiz Cotta]… Se trataba de buscar, en cada caso, una coherencia entre vida y época, un contexto histórico y una historia personal. Esa fue la parte más calculada. La escritura de los poemas se impuso por sí sola una vez definidos esos factores.
-¿Qué poeta de esta galería le resultó más difícil modelar?
-Difícil no fue ninguno, no porque yo sea muy habilidoso, sino porque elegía patrones que no me resultaran más complicados de la cuenta. Por ejemplo, me quedé con las ganas de incluir a un poeta épico latino. Tendría que sacarlo en bilingüe, y yo no sé latín.
-Sólo hay una poetisa, Anita Lo. ¿No tenía dentro suficientes voces femeninas o no le interesaba lo que le decían?
-No es cuestión de cupo. Salió una como podían haber salido más.
-Las notas biográficas que preceden a los poemarios destacan por su irreverencia. ¿Le resulta difícil hacer humor desde la poesía?
-Me resulta más fácil desde la prosa. En este libro hay humor, pero no es lo fundamental. Es humorístico el propósito, pero la mayoría de los poemas pretenden ser serios, aunque algunos sean humorísticos, porque una cosa no quita la otra.
-Sus poetas apócrifos se codean con seres reales vinculados a su propia tradición literaria, como De Ory, John Fante o Abelardo Linares, ese "poeta surrealista y editor suicida" al que dedicó esta obra.
-El recurso de implicar a personajes reales tiene una explicación sencilla y una intención muy básica: añadir veracidad a lo descabellado. Tender puentes con la realidad. Se mezcla así lo ilusorio con lo veraz.
-La obra explora otro mito, el del traductor como impostor. Su heterónimo Rogelio Vega imita a Auden, Emily Dickinson, T. S. Eliot… ¿Cuánto debe el estilo de Benítez Reyes a esa confesa anglofilia?
-Es verdad que la literatura en lengua inglesa siempre me ha interesado mucho. Traducir poesía puede ser una tarea apasionante. Yo mismo he traducido un libro de T. S. Eliot. Pero también es una labor muy absorbente. Hay que practicarla en épocas de sequía, precisamente porque te deja seco.
-¿No temió perder la cabeza sumido en esas vidas contradictorias?
-Era un riesgo, pero creo que lo esquivé. Era una impostura temporal. Un experimento pasajero.
-¿Se sintió cómodo en la voz del letrista flamenco Miguel Fonseca?
-Sí, claro. Para un andaluz, eso está ahí desde siempre. Me gusta mucho la poesía popular.
-¿De cuál de estos literatos inventados se siente más orgulloso?
-Me gusta el surrealista. Su historia personal es muy melancólica, y su único poema publicado creo que da el pego. Tiene dos o tras imágenes buenas, por mal que esté decirlo. Y escribir poesía surrealista no es tan fácil como parece. Basta con ponerse para darse cuenta de lo difícil que es adoptar ese registro.
-Página tras página, nos enfrenta a la idea de la literatura como falsificación. ¿Le parece serio haber ganado tantos premios con un libro tan desopilante?¿Dónde queda la verdad poética?
-Toda verdad tiene un componente de impostura, de convención. No creo que exista ninguna verdad poética absoluta. Sí, este fue un libro con suerte. Pero es que los premios casi nunca son serios. Son más bien una broma del azar.
Fuente: diario de sevilla

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