martes, octubre 23, 2012

Cómo perder el miedo a la obra de Mo Yan, premio Nobel de Literatura

 
Por: Gonzalo Izquierdo
 
Un año más, la Academia Sueca lo ha vuelto a hacer. Aunque Haruki Murakami, Philip Roth, Alice Munro, Thomas Pynchon o incluso Bob Dylan sonaban como favoritos para el Nobel de Literatura 2012, los miembros del jurado han apostado por un nombre alejado del circuito mediático y, en consecuencia, ausente en las listas de los libros más vendidos… por lo menos hasta ahora, ya que el ‘efecto Nobel’ suele aumentar de manera exponencial el número de lectores.
 
Junto a autores de prestigio incontestable como Mario Vargas Llosa, Doris Lessing o J.M. Coetzee, los nombres de Herta Müller, Jean-Marie Gustave Le Clézio o Elfriede Jelinek pillaron a muchos por sorpresa e hicieron que se pusiera en duda –con razón o sin ella- sus méritos literarios. Uno de los casos más sonados lo protagonizó Knut Ahnlund, que abandonó la Academia sueca después del premio a la autora de ‘La pianista’, responsable en sus propias palabras de una “una masa de texto sin el menor rastro de estructura artística”. Ahnlund preguntó con malicia si alguno de los académicos se había leído alguno de los 23 libros de la controvertida escritora austríaca.
 
Para marcar distancias respecto a otros galardonados, el editor de Mo Yan en España reconoce a Terra que este premio es “el más merecido de los últimos años”. “Mi valoración del Nobel a Mo Yan se resume de un modo muy simple: le hace justicia. Nadie vivo supera, en mi opinión, su calidad literaria. José María Guelbenzu escribió en El País que el premio no solo era justo, sino que servía para compensar algunas decisiones desafortunadas de la Academia de otros años. Comparto su opinión”.
 
Ángel Fermoselle ha publicado en la editorial Kailas la práctica totalidad de la obra del escritor chino, un autor al que con frecuencia se le compara con Kafka pero que, en su opinión, “se acerca más al mejor Gabriel García Márquez, a pesar de la lejanía geográfica y cultural entre Shandong y Aracataca”. Faulkner y Kundera son otros de los referentes que el lector avezado puede rastrear en la narrativa del responsable de ‘Grandes pechos amplias caderas’.
 
Para conocer a Mo Yan, Fermoselle recomienda que nos sumerjamos “en su asombroso universo, un espacio único en el que se precipitan aventuras extrañas, inconcebibles si las contara otro, y emergen, en tonos máximos, las pasiones más vibrantes, y también las inclinaciones más deliciosas, del ser humano”.
 
Frente al ‘realismo mágico’ de García Márquez, en el autor nacido el 17 de febrero de 1955 en Gaomi, provincia de Shandong, hallamos un ‘realismo alucinado’: "Todo está ahí", escribió el intelectual que más lo conoce en España, el catedrático de la New York University Eugenio Suárez Galbán. Y tiene razón. En las maravillosas historias de Mo Yan está todo. Todo lo que importa, incluidos el sol, la miseria, la felicidad y, como él lo llama, ‘el viejo de ahí arriba’”.
 
Una de las claves de su prosa es el poder para convertir al lector en un personaje más de lo que está leyendo, algo al alcance de muy pocos escritores contemporáneos: “su capacidad narrativa resulta tan extraordinaria que, sin duda, uno vive en su novela. Pero no alrededor, observando perplejo lo que ocurre, sino dentro de ella. Esa es la extrema y a veces peligrosa cercanía del Premio Nobel con sus lectores. Al final, uno duda de si sus personajes, con los que el lector convive un tiempo, no estarán más vivos que nosotros mismos”.
 
De ‘Grandes pechos amplias caderas’ a ‘La vida y la muerte me están desgastando’
 
El lector interesado en abordar la bibliografía de Mo Yan seguro que se plantea una pregunta: ¿por qué libro empezar? Aunque elegir entre una de sus obras resulta difícil, Ángel Fermoselle nos ofrece un itinerario por la obra del Nobel.
 
Para comenzar, recomienda ‘Grandes pechos amplias caderas’ (1996), “su libro más accesible –aunque todos lo son- para el lector occidental”. Más de 800 páginas por las que “el lector se desliza con una facilidad máxima” y en la que se recorre “la historia de buena parte de la China del siglo pasado a través de la historia de una familia, en concreto de una madre que se embaraza constantemente, pero nunca da a luz un niño, viéndose obligada a repetir concepciones nueve veces”. Un hermoso homenaje al mundo femenino.
 
La segunda parada sería ‘Las Baladas del Ajo’ (1988), en la que “escruta las realidades de la China rural de los años 30 con toda la violencia generada de esos tiempos. Retrata también la invasión japonesa y la guerra civil”. Siguiente alto en el camino, ‘Rana’ (2011), “con su mezcla de géneros, la narración, el epistolar y el teatro”. “El autor se atrevió con un tema tabú en su país, el de la planificación familiar, y lo hizo con toda la contundencia, como corresponde a un autor valiente. Suponen el mejor retrato de la China de los años 50”.
 
Un siguiente escalafón, quizás más exigente con el lector, es ‘La República del Vino’ (1992), donde viviremos “una experiencia absolutamente alucinatoria e hipnótica”. A pesar del esfuerzo, el editor promete que la obra “termina por dejar exhausto, de felicidad, a quien se aventure entre sus rendijas”. Después de explorar ‘La república del Vino’, hagamos un alto en el camino con los relatos de ‘Shifu, harías cualquier cosa por divertirte’, “una especie de joyita en la que el maestro afina su mejor literatura. ‘Volando’, uno de esos cuentos, es la mejor muestra: es redondo, incontestable. Y delicioso”.
 
En la cumbre de la producción literaria del escritor se halla ‘La vida y la muerte me están desgastando’ (2006), la favorita de su editor en España. “En esta obra de tan impactante título, alcanza su cenit literario. E imaginativo. Aquí, el realismo alucinatorio vive su máxima expresión. El esfuerzo intelectual de Mo Yan, al tiempo que sus mejores virtudes, se manifiestan de un modo extraordinario en esta novela increíble”.

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