sábado, enero 12, 2013

El sexo y la literatura son inseparables


Por Federico Andahazi*
 
La literatura erótica no es un fenómeno nuevo. Hace más de quince años, cuando se publicó mi primera novela, “El anatomista”, circulaba con insistencia la misma pregunta: “¿A qué se debe el auge de la temática erótica?”.
 
La lista de viejos y nuevos libros con connotaciones sexuales es interminable y el debate surge cíclicamente, como si se tratara siempre de una novedad. Ocurre que la sexualidad es parte inescindible de la literatura. El primero en advertirlo fue Sigmund Freud, quien sostenía que toda obra literaria se originaba en un impulso sexual que, por obra de un proceso inconsciente de sublimación, desviaba su curso y se transformaba en una obra de arte. La masificación del psicoanálisis hizo que muchos resortes inconscientes de pronto salieran a la luz. La sexualidad y la literatura se modificaron a partir del surgimiento de la obra de Freud. Los interrogantes sobre el sexo y las fantasías hasta entonces inconfesables comenzaron a verse reflejados durante los últimos tiempos en varias novelas dirigidas al consumo femenino y, en general, escritas por mujeres.
 
En efecto, la sexualidad femenina constituye un enigma, incluso para las propias mujeres. Las lectoras se sienten identificadas con las preguntas y las fantasías sexuales que plantean estas autoras. Ahora bien, de la misma forma que los hombres han construido estereotipos femeninos alejados de la esencia de la mujer, en muchos casos, esta nueva literatura femenina también ha generado un ideal de hombre que nada tiene que ver con la naturaleza masculina. La sexualidad, finalmente, debería ser un diálogo entre los sexos y no un monólogos de género.
 
La idea de la literatura, al menos como yo la concibo, no es una mera enumeración de fantasías y descripciones de situaciones eróticas, sino, esencialmente, una experiencia que enriquece, que elude buscar respuestas sencillas a preguntas difíciles y que interroga la naturaleza misma de la condición humana que trasciende el género del lector y del autor.
 
*Escritor. Está presentando en el costa “El libro de los placeres prohibidos”

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