domingo, febrero 09, 2014

Poemas de Jair Trujillo




el diablo hermafrodita


el diablo,
(hermafrodita alado y cornudo)
              coloca un libro
        sobre la dama de piedra
el platillo de la balanza
       pende de un cacho de la luna
                                            leche y miel
bajan por su lomo
               desnudo
de cola y tacones
baila en la fiesta
                              tiene patas y orejas de cabra
             oculta sus manos detrás de la espalda…

aunque vierta agua
                            ausculte
y bese a mordiscos
          nadie que vea a una mujer
desnuda en la cama
                       podría confundirla con satanás




estación niquía


“huele a muerto” gritan las muchachas
la ciudad agrieta la piel después de una jornada de trabajo
un misterio que sólo acecha a las mujeres
busca debajo de la tierra nombres en clave de sol
oigo voces  ocultas  en la carrilera del tren
      una extraña circunstancia
pone fuego en la mirada de los pobres
(la noche los ilumina con su beso de lija)
en fila india, cada uno ve reflejado su rostro en el recuadro del piso
no hay hora de partida, así como no hay de llegada
todo se vuelve consecutivo, las horas avanzan
como un ciempiés por los vagones
la sangre alimento de dioses
continúa su transito
no hay gloria sin dolor, dicen los antiguos:
un águila le come el hígado a prometeo
pero crece al día siguiente renovado…

        cuando despierte,
no sé en qué calle
en qué esquina
va a estar la muerte
                           acompañada de una mujer





paisaje tropical


la geografía de la mujer dicta el poema

cordilleras cubiertas de mariposas blancas
                                    derretidas por el sol

la mujer
otro cielo rosado y verdeoscuro
en los espejos húmedos del agua.




el espectador


las putas con su danza consumen la noche
la vida está en el cuerpo místico de las mujeres
y no en el poema
dos senos puntudos como zanahorias
me conducen correctamente
no importa dónde…
con seguridad, la vida no será más una sumatoria de días
en el almanaque
esta mañana de nubes rosadas parece salida de un tango
un aromático tedio sube hasta el cielo
parado en el marco de la puerta está el personaje andrógino
como un reloj, recorre cada uno de los puntos del mundo
y nada encuentra
la música y su olor adherido a los labios
el inconfundible sabor de humedad
sus puntos blandos… el amor hollando los huesos
(todo lo que me hace amar el misterio de estar vivo)

sólo hay una verdad a la que no renuncio
y por la que escribo
aunque la humanidad transite por las líneas de mi mano
sólo soy un espectador más






la bailarina


la bailarina
toma mi mano
me lleva al centro del salón
a mi oído la mujer canta
su lengua se estira
como una cinta de película
su dulce olor a libro viejo
        penetra suavemente
va y viene entre mis recuerdos
              como en un laberinto

desde siempre
en mis ojos
baila una mujer


Jair Trujillo. Caquetá, Sur de Colombia, 1988. Pensaba que había nacido un viernes 13, pero en realidad fue un martes, por eso temo más al matrimonio, que a la mala suerte. Con el tiempo he comprendido que, aunque vivir sea más importante que escribir, aunarlo garantiza lo que al final llamamos obra, creación.





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