el diablo hermafrodita
el diablo,
(hermafrodita
alado y cornudo)
coloca un libro
sobre la dama de piedra
el
platillo de la balanza
pende de un cacho de la luna
leche
y miel
bajan
por su lomo
desnudo
de
cola y tacones
baila
en la fiesta
tiene patas y
orejas de cabra
oculta sus manos detrás de la
espalda…
aunque
vierta agua
ausculte
y
bese a mordiscos
nadie que vea a una mujer
desnuda
en la cama
podría confundirla con
satanás
estación niquía
“huele
a muerto” gritan las muchachas
la
ciudad agrieta la piel después de una jornada de trabajo
un
misterio que sólo acecha a las mujeres
busca
debajo de la tierra nombres en clave de sol
oigo voces
ocultas en la carrilera del tren
una extraña circunstancia
pone
fuego en la mirada de los pobres
(la
noche los ilumina con su beso de lija)
en
fila india, cada uno ve reflejado su rostro en el recuadro del piso
no hay hora de partida, así como no hay de llegada
todo
se vuelve consecutivo, las horas avanzan
como
un ciempiés por los vagones
la sangre
alimento de dioses
continúa
su transito
no hay gloria
sin dolor, dicen los antiguos:
un águila le
come el hígado a prometeo
pero crece al
día siguiente renovado…
cuando despierte,
no sé
en qué calle
en
qué esquina
va a estar la
muerte
acompañada de una
mujer
paisaje tropical
la
geografía de la mujer dicta el poema
cordilleras
cubiertas de mariposas blancas
derretidas
por el sol
la
mujer
otro cielo rosado y
verdeoscuro
en los espejos húmedos del agua.
el espectador
las
putas con su danza consumen la noche
la
vida está en el cuerpo místico de las mujeres
y no en el poema
dos
senos puntudos como zanahorias
me
conducen correctamente
no importa dónde…
con
seguridad, la vida no será más una sumatoria de días
en el almanaque
esta
mañana de nubes rosadas parece salida de un tango
un
aromático tedio sube hasta el cielo
parado
en el marco de la puerta está el personaje andrógino
como
un reloj, recorre cada uno de los puntos del mundo
y nada encuentra
la
música y su olor adherido a los labios
el
inconfundible sabor de humedad
sus
puntos blandos… el amor hollando los huesos
(todo lo que me hace amar el misterio de estar vivo)
sólo hay una verdad a la que no renuncio
y por la que escribo
aunque
la humanidad transite por las líneas de mi mano
sólo soy un espectador más
la
bailarina
la bailarina
toma mi mano
me
lleva al centro del salón
a mi oído la
mujer canta
su
lengua se estira
como
una cinta de película
su dulce olor a
libro viejo
penetra suavemente
va y viene entre
mis recuerdos
como en un laberinto
desde siempre
en
mis ojos
baila
una mujer
Jair Trujillo.
Caquetá, Sur de Colombia, 1988. Pensaba que había nacido un viernes 13, pero en
realidad fue un martes, por eso temo más al matrimonio, que a la mala suerte. Con
el tiempo he comprendido que, aunque vivir sea más importante que escribir, aunarlo
garantiza lo que al final llamamos obra, creación.
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