Primera página de Beowulf. Fuente: Wikimedia Commons
Nuevo método contrasta las relaciones de los personajes con los lazos en Facebook y otras webs, con el fin de detectar si las narraciones contienen elementos históricos
Un equipo de físicos de la Universidad británica de Coventry ha desarrollado un método que compara las relaciones de los personajes literarios con los lazos que se establecen en una red social como Facebook, para detectar si las narraciones son totalmente ficticias o, por el contrario, puede haber en ellas cierta historicidad. Gracias a este sistema se ha podido comprobar que los grandes clásicos mitológicos, como la "Ilíada”, comparten más similitudes con las redes reales que otras obras.
Por: Patricia Pérez.
Es bastante improbable que los dioses griegos tomaran forma humana como se describe en la Ilíada para luchar en la Guerra de Troya, o que un guerrero nórdico llamado Beowulf matara a un ogro gigantesco como cuenta la leyenda del mismo nombre. Sin embargo, historiadores y arqueólogos coinciden en que gran parte de esas narraciones antiguas tienen su fundamento histórico, y están basadas en personas o acontecimientos reales.
Ahora, un novedoso método informático ayudará a reforzar esa teoría. Pádraig Mac Carron y Ralph Kenna, dos físicos de la Universidad de Coventry en el Reino Unido, se preguntaron si la realidad deja su huella en los relatos mitológicos a través de las relaciones entre los personajes, según publican en la web Inside Science.
Los investigadores eligieron tres grandes clásicos como la Ilíada de Homero, el poema épico anglosajón Beowulf y la epopeya irlandesa Táin Bó Cuailnge (traducida al español como El robo del toro de Cuailnge), para extraer mapas de sus estructuras sociales. Aplicando las herramientas estándar de estadística que se utilizan para estudiar redes sociales actuales como Facebook, descubrieron que estas leyendas, en mayor o menor medida, siguen los mismos patrones, con relaciones sorprendentemente realistas.
Sin embargo, al trasladar el mismo análisis a obras de ficción inequívoca, los resultados fueron totalmente dispares. En concreto, trabajaron con Los Miserables de Víctor Hugo, Ricardo III de William Shakespeare, La comunidad del anillo, de la trilogía del Señor de los Anillos de JRR Tolkien y el primero de los libros de Harry Potter, de JK Rowling.
Ahora, un novedoso método informático ayudará a reforzar esa teoría. Pádraig Mac Carron y Ralph Kenna, dos físicos de la Universidad de Coventry en el Reino Unido, se preguntaron si la realidad deja su huella en los relatos mitológicos a través de las relaciones entre los personajes, según publican en la web Inside Science.
Los investigadores eligieron tres grandes clásicos como la Ilíada de Homero, el poema épico anglosajón Beowulf y la epopeya irlandesa Táin Bó Cuailnge (traducida al español como El robo del toro de Cuailnge), para extraer mapas de sus estructuras sociales. Aplicando las herramientas estándar de estadística que se utilizan para estudiar redes sociales actuales como Facebook, descubrieron que estas leyendas, en mayor o menor medida, siguen los mismos patrones, con relaciones sorprendentemente realistas.
Sin embargo, al trasladar el mismo análisis a obras de ficción inequívoca, los resultados fueron totalmente dispares. En concreto, trabajaron con Los Miserables de Víctor Hugo, Ricardo III de William Shakespeare, La comunidad del anillo, de la trilogía del Señor de los Anillos de JRR Tolkien y el primero de los libros de Harry Potter, de JK Rowling.
Tejiendo redes
Los algoritmos de las redes sociales son un campo relativamente nuevo en la ciencia computacional. Una red es un conjunto de nodos, y cada nodo puede estar vinculado a otro, lo que se conoce como borde. Un borde enlaza nodos. A su vez, el número de enlaces, de conexiones con otros, es el grado. “En las redes sociales, los nodos están representados por las personas y el borde es un conocido o alguien con quien se mantiene amistad. El grado lo marca el número de amigos que se tenga”, explicó Mac Carron.
Traspalando esta estructura a la literatura, los investigadores empezaron por leer cada obra, al considerar que sería más eficaz que trabajar el texto automáticamente a través del ordenador. Marcaron cada personaje, para comprobar su popularidad según el número de vínculos y grados establecidos a lo largo de todo el relato; el hecho de que dos personajes se conocieran o reunieran ya cuenta como una relación.
Así crearon una base de datos con los 74 personajes de Beowulf, 404 de Táin y 716 de La Ilíada. El siguiente paso fue analizar si los enlaces eran amistosos u hostiles, algo “difícilmente detectable por un equipo”, destacó Mac Carron.
Los algoritmos de las redes sociales son un campo relativamente nuevo en la ciencia computacional. Una red es un conjunto de nodos, y cada nodo puede estar vinculado a otro, lo que se conoce como borde. Un borde enlaza nodos. A su vez, el número de enlaces, de conexiones con otros, es el grado. “En las redes sociales, los nodos están representados por las personas y el borde es un conocido o alguien con quien se mantiene amistad. El grado lo marca el número de amigos que se tenga”, explicó Mac Carron.
Traspalando esta estructura a la literatura, los investigadores empezaron por leer cada obra, al considerar que sería más eficaz que trabajar el texto automáticamente a través del ordenador. Marcaron cada personaje, para comprobar su popularidad según el número de vínculos y grados establecidos a lo largo de todo el relato; el hecho de que dos personajes se conocieran o reunieran ya cuenta como una relación.
Así crearon una base de datos con los 74 personajes de Beowulf, 404 de Táin y 716 de La Ilíada. El siguiente paso fue analizar si los enlaces eran amistosos u hostiles, algo “difícilmente detectable por un equipo”, destacó Mac Carron.
Según el estudio, cuyos resultados fueron publicados en la revista de física Europhysics Letters (EPL), las redes sociales de todas las historias, incluidas las ficciones modernas, coincidían en ser “pequeños mundos”, lo que indica que no hay nunca más de unos grados de separación entre dos personas, además de estar muy agrupadas.
Sin embargo, sólo los mitos antiguos respondían a dos cuestiones claves en una red social. Por un lado la asortatividad, la tendencia de un personaje de un cierto grado a interactuar con los de grado similar, una medida de popularidad. Por otro la vulnerabilidad, el hecho de que la estructura se debilita al extraer de la red algún personaje de alto grado. Por ejemplo, si los investigadores eliminaban el personaje de Beowulf de la red comprobaban que el resto seguía unido entre sí por otras vías, algo que no ocurrió en las narraciones de ficción, donde la mayoría de personajes secundarios enlazan con el protagonista.
Con este estudio, detectaron que La Ilíada y Beowulf siguen los mismos patrones que dirigen las redes sociales reales, lo que indica que podrían estar basados en hechos o personajes reales, aunque convenientemente adornados con el paso del tiempo. El caso de Táin es más complicado, al no existir evidencia clara de los hechos y la sociedad que se cuenta.
Según los investigadores, “si bien hay algunas pruebas circunstanciales en términos paisajísticos, su historicidad se cuestiona con frecuencia. De hecho, su red social parece similar a la del Universo Marvel, el equivalente a la Edad del Hierro de un libro de historietas”. Sin embargo, comparando el grado de distribución de Táin con Beowulf revela una notable similitud, a excepción de los seis vértices de la narrativa irlandesa, lo que sugiere que la artificialidad de la red puede estar asociada sobre todo a los personajes principales.
Sin embargo, sólo los mitos antiguos respondían a dos cuestiones claves en una red social. Por un lado la asortatividad, la tendencia de un personaje de un cierto grado a interactuar con los de grado similar, una medida de popularidad. Por otro la vulnerabilidad, el hecho de que la estructura se debilita al extraer de la red algún personaje de alto grado. Por ejemplo, si los investigadores eliminaban el personaje de Beowulf de la red comprobaban que el resto seguía unido entre sí por otras vías, algo que no ocurrió en las narraciones de ficción, donde la mayoría de personajes secundarios enlazan con el protagonista.
Con este estudio, detectaron que La Ilíada y Beowulf siguen los mismos patrones que dirigen las redes sociales reales, lo que indica que podrían estar basados en hechos o personajes reales, aunque convenientemente adornados con el paso del tiempo. El caso de Táin es más complicado, al no existir evidencia clara de los hechos y la sociedad que se cuenta.
Según los investigadores, “si bien hay algunas pruebas circunstanciales en términos paisajísticos, su historicidad se cuestiona con frecuencia. De hecho, su red social parece similar a la del Universo Marvel, el equivalente a la Edad del Hierro de un libro de historietas”. Sin embargo, comparando el grado de distribución de Táin con Beowulf revela una notable similitud, a excepción de los seis vértices de la narrativa irlandesa, lo que sugiere que la artificialidad de la red puede estar asociada sobre todo a los personajes principales.
Inspiración, no distorsión
Mac Carron y Kenna son físicos, no académicos de humanidades, por lo que no es de extrañar que este tipo de análisis computacional no sea aceptado por todos los estudiosos de las letras.
David Elson y un equipo de investigadores de los departamentos de Ciencias de la Computación e Inglés de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, desarrollaron herramientas de análisis de redes sociales para las novelas inglesas del siglo XIX, tales como las obras de Charles Dickens y Jane Austen. Sin embargo, se mostraron cautelosos con las conclusiones de este estudio. "Esto podría ser una herramienta muy útil, pero se está perdiendo un importante control. Se tiene que hacer una comparación con relatos de los mismos tiempos que se sabe que están basados en la realidad, como las historias griegas antiguas", indicaron.
Joseph Nagy, profesor de Inglés especializado en folclore en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), afirmó no estar sorprendido con los resultados. “Los mitos pueden inspirarse en realidades históricas o reanimarse con ellas", señaló, aunque matizando que “no son historias distorsionadas, mal entendidas o mal recordadas”.
Incluso los juglares antiguos, que contaban las historias de Aquiles y Beowulf antes de que se escribieran, entendieron las redes sociales mucho antes que las computadoras y los algoritmos, añadió también al respecto Timothy Tangherlini, profesor de folclore en la UCLA especializado en leyendas escandinavas. “Ellos jugaban con los relatos para complacer a su audiencia”, subrayó.
Tras analizar la mitología europea, Mac Carron y Kenna se dirigen ahora a Sudamérica para hacer un estudio similar de las leyendas locales.
Mac Carron y Kenna son físicos, no académicos de humanidades, por lo que no es de extrañar que este tipo de análisis computacional no sea aceptado por todos los estudiosos de las letras.
David Elson y un equipo de investigadores de los departamentos de Ciencias de la Computación e Inglés de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, desarrollaron herramientas de análisis de redes sociales para las novelas inglesas del siglo XIX, tales como las obras de Charles Dickens y Jane Austen. Sin embargo, se mostraron cautelosos con las conclusiones de este estudio. "Esto podría ser una herramienta muy útil, pero se está perdiendo un importante control. Se tiene que hacer una comparación con relatos de los mismos tiempos que se sabe que están basados en la realidad, como las historias griegas antiguas", indicaron.
Joseph Nagy, profesor de Inglés especializado en folclore en la Universidad de California en Los Angeles (UCLA), afirmó no estar sorprendido con los resultados. “Los mitos pueden inspirarse en realidades históricas o reanimarse con ellas", señaló, aunque matizando que “no son historias distorsionadas, mal entendidas o mal recordadas”.
Incluso los juglares antiguos, que contaban las historias de Aquiles y Beowulf antes de que se escribieran, entendieron las redes sociales mucho antes que las computadoras y los algoritmos, añadió también al respecto Timothy Tangherlini, profesor de folclore en la UCLA especializado en leyendas escandinavas. “Ellos jugaban con los relatos para complacer a su audiencia”, subrayó.
Tras analizar la mitología europea, Mac Carron y Kenna se dirigen ahora a Sudamérica para hacer un estudio similar de las leyendas locales.
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