Hilvano un corazón lila sobre la almohada ennegrecida
un corazón de abril que sea parte de este temblor
que habite esta imposibilidad de reducción hacia la piedra
piedra sedimentada desollada
arrojada al vacío
tez esculpida sobre la piedra que acaba de crecer
ojos humeantes que parecen piedras expuestas al sol
ojos que nos miran en esta noche que se apaga al ocultarnos
un corazón pequeño que alcance este pequeño movimiento
un corazón suspendido ante una cuenta regresiva
Oscura estatua de mármol detrás de las vendas
espesura de rasgos hechos de mordeduras
ausencia postrada a una cama extensa
llena de manos que hurgan cada espacio para encontrarte
fantasma en el tocador frente al espejo
espejo agonizante a veces roto
construyo un jardín para desyerbar el más lacerante dolor
construyo un promontorio de flores para ponerlas a tus pies
flores hechas de gritos
flores de luz de neón bajo el atardecer
flores de granizo con pétalos de oro
orbe construido a mano
mano de Dios omnipotente deshaciendo el mundo.
PLEGARIA AMERICANA[1]
Nuestra madre murió en el mar entre albatros
hace cinco lustros que yo la busco
hacia las profundidades donde sólo es posible el olvido
las inmensas distancias que sólo tienen inicios
puntos de partidas hacia el fin
un eterno romperse hacia los lados menos reales
no he olvidado las llaves del reino
las he usado todas sin ninguna suerte
Nuestra madre murió a veinte yardas del mar
la vieron envejecer sobre un barco al que por las tardes
le habían crecido ramas
unos buzos la vieron vestida de blanco con un olor a rosas
su cajón estaba dentro de un nicho tapiado en caoba
le tocaron el rostro para despertarla y ella sonrió
nos concedió una hora para la magia
su piano estaba cuarteado por el agua
Bajo el terciopelo gris ella cantaba
yo la escuchaba como un niño colgado cabeza abajo
la buscaba entre la muchedumbre muerta
luego de varias horas
el cabo de vela se extinguió entre mis dedos
sólo la oscuridad logró iluminarme aquella noche.
[1] Poema escrito en base a Una plegaria americana (1970) del legendario vocalista del grupo The Doors, Jim Morrison.
Nuestra madre murió en el mar entre albatros
hace cinco lustros que yo la busco
hacia las profundidades donde sólo es posible el olvido
las inmensas distancias que sólo tienen inicios
puntos de partidas hacia el fin
un eterno romperse hacia los lados menos reales
no he olvidado las llaves del reino
las he usado todas sin ninguna suerte
Nuestra madre murió a veinte yardas del mar
la vieron envejecer sobre un barco al que por las tardes
le habían crecido ramas
unos buzos la vieron vestida de blanco con un olor a rosas
su cajón estaba dentro de un nicho tapiado en caoba
le tocaron el rostro para despertarla y ella sonrió
nos concedió una hora para la magia
su piano estaba cuarteado por el agua
Bajo el terciopelo gris ella cantaba
yo la escuchaba como un niño colgado cabeza abajo
la buscaba entre la muchedumbre muerta
luego de varias horas
el cabo de vela se extinguió entre mis dedos
sólo la oscuridad logró iluminarme aquella noche.
[1] Poema escrito en base a Una plegaria americana (1970) del legendario vocalista del grupo The Doors, Jim Morrison.
MADRE[1]
Oh madre
que te has ido
Oh madre que te has ido para no volver jamás
Adiós
con tu vestido viejo y esa luna colgando en tu ventana
Adiós
con tu ventana alejada del sol en un hospital donde sólo viven los muertos
Adiós
con tu miedo a quedarte sola en casa
con tu amor a los pájaros que vuelan en zig zag
con tu amor a papavíctor que ahora descansa para siempre en un sofá
con tu amor a la sopa humeada
con tu amor a la muchedumbre cuando te rodea
en las procesiones
con tu amor a los hijos sentados en una mesa compartiendo
la cena de un día domingo
con tu amor a cristo en octubre
Oh madre
Adiós
con tus manos de ama de casa
con tus manos de campesina en un pueblo pequeño llamado
Santa Cruz de Laria
con tus manos de clase obrera construyendo sombreros para los ricos
con tus manos de amor para mi padre que muere a diario pensando en ti
con tus manos para parir sólo hijos varones
con tu corazón de trapo incendiado
Adiós
con tu ojos de hecatombe
con tus ojos de no tener un centavo
con tus ojos de haber roto los grilletes más insoportables
con tus ojos de india hambrienta en la plaza Huamanmarca
con tus ojos de niña meando en las rieles del tren macho
con tus ojos de no conocer a nadie
con tus ojos de haber perdido a tu hijo primogénito
con tus ojos de amor
con tu amor a caminar lento por toda la ciudad
con tu amor a los rebaños saliendo del redil
con tu amor a saltar las cercas para coger los frutos
con tu amor a lavar la ropa a la ribera del río
con tu amor a prender vela a los santos por las noches
con tu amor a bailar muliza en la fiesta de Santiago
con tu amor a mirar por la ventana que da al centro del Perú
con tu amor
con tu amor
con tu muerte llena de flores.
[1] Madre, es un poema construido a partir del poema IV de Kaddish y otros poemas (Kaddish and other poems, 1961) de Allen Ginsberg.
Oh madre
que te has ido
Oh madre que te has ido para no volver jamás
Adiós
con tu vestido viejo y esa luna colgando en tu ventana
Adiós
con tu ventana alejada del sol en un hospital donde sólo viven los muertos
Adiós
con tu miedo a quedarte sola en casa
con tu amor a los pájaros que vuelan en zig zag
con tu amor a papavíctor que ahora descansa para siempre en un sofá
con tu amor a la sopa humeada
con tu amor a la muchedumbre cuando te rodea
en las procesiones
con tu amor a los hijos sentados en una mesa compartiendo
la cena de un día domingo
con tu amor a cristo en octubre
Oh madre
Adiós
con tus manos de ama de casa
con tus manos de campesina en un pueblo pequeño llamado
Santa Cruz de Laria
con tus manos de clase obrera construyendo sombreros para los ricos
con tus manos de amor para mi padre que muere a diario pensando en ti
con tus manos para parir sólo hijos varones
con tu corazón de trapo incendiado
Adiós
con tu ojos de hecatombe
con tus ojos de no tener un centavo
con tus ojos de haber roto los grilletes más insoportables
con tus ojos de india hambrienta en la plaza Huamanmarca
con tus ojos de niña meando en las rieles del tren macho
con tus ojos de no conocer a nadie
con tus ojos de haber perdido a tu hijo primogénito
con tus ojos de amor
con tu amor a caminar lento por toda la ciudad
con tu amor a los rebaños saliendo del redil
con tu amor a saltar las cercas para coger los frutos
con tu amor a lavar la ropa a la ribera del río
con tu amor a prender vela a los santos por las noches
con tu amor a bailar muliza en la fiesta de Santiago
con tu amor a mirar por la ventana que da al centro del Perú
con tu amor
con tu amor
con tu muerte llena de flores.
[1] Madre, es un poema construido a partir del poema IV de Kaddish y otros poemas (Kaddish and other poems, 1961) de Allen Ginsberg.
Del libro Corazón de Abril de Johnny Barbieri
No hay comentarios.:
Publicar un comentario